Freak Show: fenomenología de lo absurdo

Con la puesta en escena de la obra Freak Show, tres talentosos intérpretes abordan una historia sin mucho sentido convencional.

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Los artistas explotan dinámicas y cambios de intención surreales, demostrando interesantes idas y vueltas en la ejecución y planteamiento actoral. Las funciones continúan esta semana en el Teatro de las Américas.

Ingresamos a la sala, acompañados por una cortina musical que nos ubica en una especie de circo ambulante bastante atípico. Los acordes disonantes de algún carrusel roto y frenético apenas dan una pauta de lo que contemplaremos.

Tras las menciones de rigor, entra en escena el presentador del extraño espectáculo. Henri Fornerón nos regala una cátedra de deliciosa dicción desde el inicio de su monólogo, donde viaja por rescollos de la oscuridad, esbozando el modo en el que se desencadenarán las acciones.

Su brillante y clara elocución, proyecta la desfachatez de un anfitrión, totalmente alejado de las normas habituales. De vez en cuando, conecta directamente con el público, insinuando saber lo que este espera de la obra, regalándoles bolsas con maní, mientras pregunta acertijos que él mismo responde.

La trama planteada por el dramaturgo argentino Martín Giner supone que toda la interacción está bajo el arbitrio de este showman. Dos extraños personajes ingresan y desde el principio aparentan no tener ninguna noción de conducta decisiva sobre sus actos.

Un entomólogo (Manuel Alviso), levemente jorobado, con tirantes en el pantalón y un tono de voz desaliñado e imposible de olvidar, reinventa en cada intervención una idea de la displicencia o enajenación del amor, producto de una maldición bastante ridícula.

Una mujer (Lucrecia Carrillo) sucumbe ante la necesidad de afecto y, aunque parezca obvio, no logra conectar de inmediato con este amante de los insectos.

Muchas metáforas y diálogos en doble sentido son remarcados todo el tiempo por el conductor de las acciones, quien en todo momento, gracias también a un excelente recurso del guión, modifica las situaciones, incluso el modo de actuar y de desenvolverse de los otros dos sujetos.

Los parlamentos entre Manuel y Lucrecia (directores de la obra) se encauzan con tal naturalidad en varios momentos de la pieza que suponen una armonía distorsionada, ya que repiten casi lo mismo, pero en diferente contexto, logrando un desequilibrio magistral.

Los recursos técnicos, como el diseño de la planta de luces, a cargo de Leo Malgarini, en lugar de aparecer simplemente como un ornamento, funge parte importante de los hechos, convirtiéndose así en un personaje más.

Purpurina, papeles de serpentina, un bastón y otros objetos se transforman inverosímiles, añadiendo mayor soltura al desenvolvimiento de los actores.

Comedia, drama y tragedia se fusionan mediante el humor negro y la ironía, sensibilizando al espectador, planteando la enajenación del ser humano inmerso en la vorágine de los medios de comunicación modernos.

Las funciones continúan desde este jueves al domingo, a las 21:00, en el Teatro de las Américas, del Centro Cultural Paraguayo Americano (José Berges entre EE.UU. y Brasil). El precio de las entradas es de G. 60.000 y se puede acceder al beneficio de dos por uno, presentando unos vales de gentileza.

En suma, Freak Show (El circo de los fenómenos) provoca bastante interés desde el inicio, roba carcajadas, invita a la meditación sobre lo absurdo, planteando la idea de que una obra también puede observar al espectador y no está sujeta solo a la interpretación subjetiva que este realice sobre ella.

Una historia que rompe paradigmas emocionales, estructuras establecidas y destaca el recurso del minimalismo bien logrado, donde trascienden los artistas involucrados, confiriendo así plausibles ovaciones para todos.

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