Asunciónico: primer día de música

Artistas locales e internacionales de la talla de Robert Plant, Jack White y The Smashing Pumpkins actuaron en la primera fecha del festival Asunciónico.

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Con un leve retraso, una media hora después de lo programado, el muy anticipado festival de música Asunciónico dio inicio en el Jockey Club de Asunción, en lo que será una primera jornada dedicada mayormente al rock.

Alrededor de las 16:30, el grupo local La de Roberto, un proyecto encabezado por el vocalista de Kchiporros Roberto “Chirola” Ruiz Díaz, salió a escena ante una multitud aún pequeña, conformada por los primeros fans en apersonarse en el hipódromo, haciendo frente a un inmisericorde sol y a las altas temperaturas.

En una presentación breve pero seguida con entusiasmo por sus seguidores, “Chirola” y los suyos interpretaron temas como Hemisferios y Nada más qué hacer.

Mientras La de Roberto actuaba en el escenario 2, en el otro escenario se había formado otra multitud que ya esperaba por el otro grupo nacional de la jornada, la muy popular banda Flou, que no se hizo esperar y para las 17:00 ya estaba en el escenario.

La banda dio un show de una media hora, con sus éxitos de siempre como Si pudieras esperar, Dejarse llevar, Mea culpa y Nada que esperar. Además, el grupo ofreció a sus fans un adelanto de su nuevo material discográfico con el tema En mil pedazos.

Alrededor de las 17:30 llegó el turno de la primera artista internacional de la jornada, la cantante estadounidense de rock alternativo St. Vincent, que salió a enfrentar al público paraguayo – y al intenso calor de la tarde sudamericana - por primera vez con un sonido muy peculiar, etéreo pero sin carecer de energía.

La sedosa voz de la cantante Annie Clark flotaba por sobre la amalgama de sonidos y géneros que componen la música de canciones como Digital witness y Marrow.

Luego llegó el turno de los ingleses de Alt-J, una de las bandas revelación de las islas británicas en los últimos años, que iniciaron su show con Hunger of the pine y siguieron con temas como Fitzpleasure, Something good y Left hand free, temas de sonido muy variados, difíciles de catalogar con etiquetas tan amplias como las de un solo género.

Tanto St. Vincent como Atl-J demostraron mucha jovialidad y una gran interacción con el cada vez más numeroso público que colmaba el campo del hipódromo capitalino, y tanto la norteamericana como los británicos se atrevieron a saludar en un trabajoso pero muy logrado español, logrando gran recepción de la audiencia.

El públco ya formaba una multitud de considerable magnitud cuando faltaban minutos para las 19:oo, y la música de alt-J callaba para permitir a los estadounidenses de Interpol capturar la atención y los aplausos de los fans paraguayos.

Con un sorprendentemente buen español, el vocalista Paul Banks fue el nexo vocal y musical entre banda y público, sobrio pero accesible en sus interacciones con un público que periódicamente recompensaba la actuación de los norteamericanos coreando el nombre de la banda.

Con el bajo y la voz de Banks, la guitarra de Daniel Kessler y la batería de Sam Fogarino, el público disfrutó de temas como Say hello to the angels, Anywhere, Rest my chemistry, Everything is wrong y PDA, entre otros, en un show que se extendió por alrededor de una hora entera.

El espíritu indie hizo oír su voz poco antes de las 20:00, cuando Foster The People subía al escenario del Stage 1 para interpretar un repertorio, si bien no muy conocido por la mayor parte del público, por demás contagioso. La banda formada en Los Angeles ofreció canciones melódicas bañadas de pop y rock, fondos de pantalla psicodélicos con colores pasteles y ritmos vertiginosos.

Temas como Are you what you want to be?, Waste, Best friend, Miss you y Call it what you want lograron mover a sus fans, que no se cansaron de poguear cuando sonó el hit de la banda, Pumped Up Kicks . “Paraguay, ¡muchas gracias por esta noche!”, dijo el frontman Mark Foster, ya en clave de despedida.

Tuvimos bohemia latina y anglosajona, sonidos independientes británicos y rock reflexivo norteamericano, pero con toda la potencia, emoción y diversidad que hasta el momento habían desplegado en los dos escenarios de Asunciónico los artistas que pasaron, algo faltaba: un sonido abierta y desvergonzadamente festivo.

Para llenar ese vació saltó al escenario en el Jockey Club The Kooks, el grupo británico encabezado por la voz de Luke Pritchard y apoyado en los pilares que son la guitarra de Hugh Harris, el bajo de Peter Denton y la batería de Alexis Núñez. Si cada banda transmitió emociones distintas durante la ecléctica jornada, a The Kooks le tocó transmitir alegría, desenfado, simple y llano goce.

Su repertorio, que comprendió alrededor de una hora de concierto, incluyó temas como Ooh la la, Dreams, Seaside, It was London, Down, Bad habit, Sweet emotion, See me now y el megaexitoso Junk of the heart, canciones que en más de una ocasión pusieron a la multitud a bailar.

El rock alternativo marcaba el rumbo de la noche, ya poco antes de las 22:00, cuando la banda estadounidense The Smashing Pumpkins subía al Stage 1. La agrupación liderada por Billy Corgan (voz y guitarra) dio a conocer en vivo su sonido diverso, con canciones nostálgicas y reflexivas, que brillaban con su corte más rockero.

Con temas como Cherub rock y Tonight, pasando por las canciones Monuments, Disarm y United States, y –por supuesto– el infaltable éxito 1979, la banda logró transmitir su esencia más explosiva… tanto como la más intimista.

A lo largo del show, Corgan logró lucirse junto a sus compañeros, también acompañado por el bajista de The Killers, Mark Stoermer, y el exbaterista de Rage Against The Machine, Brad Wilk.

El verdadero rock se mofa de las limitaciones impuestas por cuestiones tan mundanas como la edad o el cansancio físico, y pasadas las 23:00 del jueves el público reunido en el Jockey Club se rió del agotamiento de horas en el sol esperando en una fila y de más horas de bebidas de precios excesivos, baños diminutos y demás adversidades propias de un concierto. Robert Plant estaba ahí para mostrarnos cómo hacerlo.

Con sus Sensational Space Shifters como guardia de honor, el ex Led Zeppelin de 66 años salió al su escenario ante un recibimiento propio de alguien con la trayectoria del inglés. Con asombrosas proezas acústicas inició su presentación con Babe I’m gonna leave you.

Lo que seguiría es un recorrido por la historia del rock, los géneros de los que se nutrió y a los que alimentó. Desde la mística Turn it up hasta la melancólica Rainbow, pasando por la infectuosa Black dog y composiciones más difíciles de catalogar con un solo adjetivo, como Little Maggie y el cov er de Led Zeppelin Going to California.

Por supuesto, el repertorio no podía dejar de contar con temas de la legendaria banda de la que Plant fue parte, y temas como Whole lotta love sonaron triunfalmente en el hipódromo ante un público adecuadamente extasiado.

En sus compases finales Plant interpretó el tema que encapsula de forma más explícita de qué se trataba todo, por qué gente que había crecido con Led Zeppelin se hallaba hombro con hombro con otra gente que era hasta una década demasiado joven para saber de un mundo sin un Led Zeppelin disuelto: Rock and roll.

Habían pasado cuarenta minutos de las 00:00, cuando el carismático y expresivo músico estadounidense Jack White subía al escenario del Stage 1 para dar broche final a la primera jornada del Asunciónico. El hipódromo, para entonces, ya estaba mucho más despejado.

En una presentación llena de matices, que iban del country al blues, a un hard rock más duro, White supo lucirse junto a Dominic Davis (bajo), Lillie Mae Rischie (violín), Dean Fertita (también integrante de Queens of the Stone Age), Fats Kaplin (multiinstrumentista) y Daru Jones (batería).

El repertorio incluyó canciones como Hight ball stepper, Hotel Yorba, Love interruption, Cannon, pero el público no estalló hasta Seven Nation Army, hit de los tiempos de The White Stripes, su anterior agrupación.

Potente, contundente, clásico y moderno, Jack White dio un cierre triunfal a la primera de las dos jornadas del Asunciónico, evento que seguirá este sábado en el Jockey Club.

Con una asistencia de alrededor de 29.000 espectadores, según cifra oficial de la producción, en realidad la cantidad parecía ser menor. Con atractivos interesantes, como el espacio de arte y un parque infantil, la primera jornada del Asunciónico tuvo grandes aciertos... y errores.

-Lo bueno:

-Limpieza continua, a través de personales que se ocupaban de recoger las basuras en cada intermedio. 
-A pesar del retraso de 30 minutos -luego superior-, se previó una buena coordinación  de escenarios, que dieron un intermedio de pocos segundos entre cada show.
-Los lugares de descansos (Chillzone), ubicados estratégicamente, fueron bien aprovechados durante la larga jornada.

-Lo malo:

-No fueron pocos los asistentes que se mostraron disconformes con la modalidad de mantener en reserva la pulsera en el brazo, hasta el día siguiente, para el caso de personas que compraron el ticket por combo (para ambas fechas).
-Los asistentes estuvieron obligados a comprar una botella de agua de 500 ml., nada menos que por la onerosa suma de G. 20.000.
-Los servicios de gastronomía se acabaron mucho antes del final del festival, no habiéndose previsto una cantidad necesaria.
-Varios ciudadanos denunciaron que guardias de seguridad apostados en algunas de las murallas del Jockey llegaron a vender pulseras para el ingreso por el precio de G. 100.000. Muchos incluso ya piensan ingresar este viernes a través de esa vía.
-Como suele ocurrir en estas jornadas maratónicas, muchos de los asistentes ya se habían retirado para el último show, el de Jack White, que empezó ya cerca de las 1:00 del viernes.  Muchos de ellos, en muy pocas horas, debían cumplir con sus obligaciones laborales.

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