Diez momentos de Andrés Calamaro

De la oscuridad a la luz, de la crudeza al color, en los últimos años el músico argentino Andrés Calamaro dejó plasmada su marca en el rock argentino.

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Muchos años pasaron desde la primera vez que el músico y compositor argentino Andrés Calamaro tomó su primer instrumento: un bandoneón, con solo 8 años. Desde allí bastó poco tiempo para que descubriera la guitarra y el teclado, para volcarse profesionalmente a la música como tecladista del grupo Raíces.

Estaba claro que el destino de aquel joven Andrés sería la música. Versátil y creativo, escribió sus primeras canciones y aceptó la oportunidad de compartir con Miguel Abuelo en la recordada agrupación Los Abuelos de la Nada, temporada en la que compuso éxitos como “Sin gamulán” y “Costumbres argentinas”.

No pasó mucho para que el cantante explorase sus dotes de compositor con su primer álbum solista, “Hotel Calamaro”, producido por Charly García.

Después de editar “Por mirarte” y “Nadie sale vivo de aquí”, Calamaro se desempeña como músico sesionista y productor, y da lugar a una nueva etapa gloriosa: Los Rodríguez, con el que grabó tres discos de estudio.

Con “Alta suciedad”, el músico argentino inicia una prolífica etapa, con canciones como “Flaca”, “Loco” y “Crímenes perfectos”. Desde allí, la popularidad no le abandonó en su carrera solista, para dar lugar a emblemáticos discos como “Honestidad brutal”, “El salmón” y, tiempo después, “La lengua popular”. Este sábado llega a Paraguay con su más reciente producción, “Bohemio”, un álbum que reinventa al gran compositor.

Reviví algunas postales, de las tantas que la carrera de Andrés Calamaro tiene para explorar.

Una época inolvidable para Andrés: compartir escenario con el recordado artista argentino Miguel Abuelo. “Costumbres argentinas”, uno de los éxitos que le dio a la agrupación, fue grabada en vivo entre los días 14 y 16 de junio de 1985, y extrañamente nunca fue grabada por la banda en estudio.

En “Honestidad brutal”, ya en el año 1999, Calamaro le dedica unas líneas al líder de esa agrupación: “Miguel / yo también soy abuelo gracias a él. / Miguel… cojones, / es difícil solamente llegarte a los talones”.

El emblemático líder y vocalista de Sumo, el italiano Luca Prodan, registró con Andrés Calamaro una versión de “Años”, el tema escrito por Pablo Milanés. “En los estudios siempre coincidíamos Sumo, Virus, Riff y Los Abuelos. Luca dejó una influencia enorme tirando abajo ese castillo de naipes que se supone que es un disco bien hecho”, recordó Calamaro en una entrevista a Clarín.

“Voy a intentar escribir el rock de los vicios… / voy a intentar escribir el de los sacrificios”, escribe un Andrés Calamaro inspirado en “Mi rock perdido”, canción editada en “Sin documentos” (1993), con Los Rodríguez. Un tema que define el sonido “Rodríguez” y el espíritu de un Calamaro que ya derrochaba versatilidad.

Uno de los discos más “redondos” de Calamaro –si acaso la redondez pudiera adjetivar– es, sin dudas, “Honestidad brutal” (1999). Letras que destilan sangre, profundas y una voz cantante que dice “quiero vivir dos veces para poder olvidarte / quiero llevarte conmigo / y no voy a ninguna parte”.

La profundidad creativa de “Honestidad brutal” se volcó en largos meses de grabación, en las que participaron músicos como Pappo, Ciro Fogliatta, Mariano Mores, Virgilio Expósito, Moris, Javier Calamaro y Coti. Una de las postales musicales que quedó fuera del disco tuvo por nombre “Barcos”, una canción que habla del valor de la amistad, grabada junto a Fito Páez.

Once años después, la canción se edita por primera vez en el álbum “On the rock” (2010), con el arte flamenco registrado con Diego “El Cigala” y Niño Josele.

Nadie podrá olvidar el exceso compositivo de un Calamaro que grabó nada menos que más de 100 canciones en un Portaestudio de 4 canales, y que editó un disco quíntuple llamado “El salmón”. “Las jornadas duraban lo inconfesable, y durante periodos importantes alcanzamos, así la pena máxima y la ultraviolencia, como el happening...”, escribió Andrés en su momento. Toda una crónica de un final e inicio de milenio.

Calamaro le puso música a los versos del escritor y poeta uruguayo Jorge Larrosa; una crónica carcelaria de un grupo de presos paraguayos caracterizados por la nobleza. “Buena gente de pipa / justa, sonriente y callada / aunque estén pagando mucho / siempre comparten su poco”, canta Andrés. El tema fue editado mucho tiempo después de mantenerse inédito, en un álbum solitario del guitarrista flamenco Niño Josele.

Desde los tiempos llamados “camboyanos”, nace un texto coescrito junto a su compañero de batallas, Marcelo “el Cuino” Scornik. “Cuando era niño y conocí el estadio azteca, / me quedé duro, me aplastó ver al gigante”, canta Andrés en “El cantante” (2004), un disco de versiones y tres temas inéditos con el que inició una nueva etapa solista.

El frenético compositor saca la lengua popular y se reinventa con un disco frenético y colorido. “Hay días sospechosamente light, hay un deseo que pido siempre que pasa un tren”, canta el rockero en el álbum producido por Cachorro López en 2007.

El presente musical del argentino lo encuentra con “Bohemio”, un compacto álbum de diez canciones sólidas, en la que el compositor no defrauda. “Cuando no estás la casa vacía pregunta cuando volverás, y escribo versos un poco crueles conmigo”, reza el coro de una canción que marca el regreso de El Salmón a los escenarios… y a nuestro país.

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