“Is this the Life We Really Want?”: Roger Waters versus Donald Trump

MADRID. Los últimos dos años de deriva populista en el mundo, con hitos como la victoria del Bréxit y su culminación en el triunfo electoral de Donald Trump en EE.UU., sacaron a Roger Waters de un letargo de 25 años sin temas inéditos.

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Waters grabó el encendido disco conceptual Is this the Life We Really Want?.

Será el 2 de junio cuando llegue este álbum de 54 minutos y 12 cortes que ha ocupado a su autor durante los dos últimos años, “reminiscencia de su trabajo previo con Pink Floyd”, según señaló a los medios el equipo de Waters, que pasó por Madrid, y rematado en el estudio coincidiendo con la elección presidencial del hombre que puso de moda el eslogan de tintes xenófobos “America First”.

La voz de Trump, al que tacha incluso de “bobo”, puede escucharse en el corte que da título a este Is this the Life We Really Want? (Sony Music), que reproduce las conocidas inquietudes sociales de Waters, azuzadas por los acontecimientos de la actualidad, como el péndulo de reloj que inaugura la escucha con una oscilación cada vez más acelerada.

“Si fuese Dios, creo que podría haberlo hecho mejor”, canta Waters en el segundo tema, el cínico Déjà Vu, en el que contrapone el mundo de las creencias y los mitos con el de los drones militares y los banqueros entre efectos de explosivos.

Además de la voz, suyo también es el bajo y la guitarra acústica que suenan en el álbum, pero esta vez bajo la producción, arreglos y teclados de Nigel Godrich (colaborador previo de Radiohead), quien da al conjunto una pátina de contemporaneidad también sonora.

Se palpa en los apuntes digitales tanto del siguiente corte, The Last Refugee, con una larga y sombría nota sostenida que realza el sentimiento de la canción, entre el lamento y la denuncia, como en su sucesor, Picture That, el más sereno de cuantos han sonado hasta el momento, excepto en su mensaje contra la codicia: “Retrata a un líder sin una jodida neurona”.

La carraspera al inicio de Broken Bones subraya el carácter vivo de este disco en el que un corte conduce al siguiente, en lo musical y en el contenido. Tras la Segunda Guerra Mundial podríamos haber elegido la libertad, pero preferimos nadar en la abundancia, viene a señalar en este tema que insiste en denunciar la avaricia.

“Y cada vez que un bobo se convierte en presidente...”, prosigue con una voz cavernosa cercana a Leonard Cohen en el citado Is this the Life We Really Want? ("¿Es esta la vida que de verdad queremos?", en español), más de 6 minutos de pieza en el ecuador del disco, hacia una segunda mitad en la que el amor romántico y filantrópico se topa con sonidos de bombas.

En ella cabe destacar la irónica Smell the Roses y su guitarra de tintes psicodélicos o la postrera Part of Me Died, en la que vuelve a cargar contra la pasividad del mundo frente a sus males y en la que propone el afecto como remedio frente al “crimen definitivo”.

“Es un disco que hay que escuchar”, señala el equipo de Waters desplazado a Madrid para que los medios comprueben el resultado de su último esfuerzo discográfico, uno que, según dicen tras la escucha, le ha dejado “muy satisfecho”.

Sucesor de Amused to Death (1992) , en el que exploró el poder de la televisión en los tiempos de la Primera Guerra del Golfo, el nuevo álbum estará disponible en formato físico tanto en una edición desplegable de doble vinilo de 180 gramos como en CD.

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