Iván Zavala: ese fenómeno pop paraguayo

El joven cantautor Iván Zavala presentó su primer concierto en solitario. Localidades agotadas e histeria colectiva adolescente definieron el show en el BCP.

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Si algo ha crecido en los últimos años en Paraguay, ha de nombrarse la industria de los conciertos. Con asegurada calidad acústica, audiovisual, estrictas producciones basadas en un know how importado y un margen de errores mínimos, la garantía de calidad ha influido en las exigencias del público.

Quien haya asistido al concierto que el cantautor paraguayo Iván Zavala (22) dio en la noche del sábado en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay (BCP) podrá inducir que no hubo nada que envidiar de las grandes producciones internacionales.

Un cuidado en la puesta en escena, decorados, sonido e iluminación; la diversidad de ambientación, que acompañaba a los distintos momentos del repertorio y un agregado audiovisual que –aunque secundario– estaba allí, presente, detrás del cantante, hicieron del concierto un momento especial.

Si a eso se le suma el acompañamiento del público –mayoritariamente femenino y adolescente–, que transmitió de principio a fin pura histeria colectiva, habrá que decir que el concierto se convirtió en un debut perfecto.

El Gran Teatro del Banco Central del Paraguay estaba colmado de chicas que, con la sola enunciación del nombre del cantante, emanaban adrenalina y efervescencia. La idolatría –casi siempre reservada a artistas importados– esta vez se dirigía al ídolo pop paraguayo de una nueva generación. Revendedores clamando por entradas y vendedores de merchandising pirata con el nombre y apellido del paraguayo se colmaban en las puertas.

Eran las 20:46 cuando las luces se apagaban y, entre gritos, se descubría una figura con guitarra en manos. Era él, Iván Zavala, empezando su primer concierto.

Experiencia en el escenario no le falta: viene de telonear a gigantes como Elton John y los Jonas Brothers, ante varios miles de personas. Pero, tiempo atrás, tocaba covers en pubs de Asunción. Esta vez, lejos de todo eso, eran más de 1.000 personas congregadas solo para verlo a él.

La excusa perfecta: “Imposible”, su primer disco, del cual se desprende la primera canción de la noche, “Junto al mar”.

“¡Muchas gracias! ¿Cómo están? ¿Bien?”, fueron las primeras palabras, con el dejo de timidez que a lo largo de la noche llegó a confesar.

“No se imaginan lo feliz que me hacen con esto. ¡Vamos a divertirnos esta noche!”. Esa fue la promesa… Y, a decir verdad, la cumplió.

Ya en la segunda canción entregaba su más reciente corte, “Imposible”. Tiempo después, llegaba “Ella”. Las fanáticas acompañaban íntegramente las canciones de un disco con apenas pocos días a la venta.

Sentado en el piano, Zavala llevó el show a un tono más intimista. Con “¿Dónde estás?”, con bases eléctricas, aprovechó para saludar al público de las últimas filas. “Ahí estaré” –de corte optimista– fue un momento emotivo que dedicó a las personas que dejan de creer en sí mismas y necesitan fuerzas, y que provocó una serie de gritos a lo largo del teatro.

Acompañado por tres músicos (en guitarra, bajo y batería), Iván presentó la canción que escribió sobre el enamoramiento hacia un/a mejor amigo/a: “Quien soy”.

Los gritos, otra vez, se repetían, mientras –como si estuviera en una peña, con amigos– el cantante preguntaba si se estaba escuchando bien.

La noche también dio lugar para un estreno: una canción escrita por él, en inglés y con aires bluseros: “The Heartbreak”. Un paisaje musical que dejó en claro que el cantante puede dar con otras teclas.

Las hormonas adolescentes empezaron a pedir más: “¡Sin camisa! ¡Sin camisa”, gritaban entonces las chicas, con euforia.

De pronto, Iván desaparecía del escenario, para volver a aparecer… esta vez, recibido por una lluvia de ropa interior femenina y osos de peluche que le caían encima.

Dos fans emocionadas lograron acompañarlo en la siguiente canción, en una plataforma que se dejó descubrir, ambientado en un living acogedor.

“No está en el disco, pero algunas conocen…”, dijo Iván, presentando “The Lazy Song”. Un reggae que compartió con sus músicos en una agradable puesta en el living.

Allí tuvo palabras para Juan Blas Caballero, productor argentino de su álbum, quien –según mencionó– llegó al país especialmente para el show.

Con “Y yo”, los coros seguían, mientras las fans volvían a exigir: “¡Sin camisa! ¡Sin camisa!”. El cantante respondía al reclamo –coqueteando–, quitándose el chaleco.

El amor seguía el eje del repertorio, al ritmo de “Cada día que no estás”.

Con guitarra en manos, y desde el centro del escenario, Iván interpretaba “uno de sus temas preferidos”: “The A Team”, el tema del cantautor británico Ed Sheeran.

La conexión con su público ya era constante. “¡Te amo!”, gritaba alguna. “¡Yo también les amo”, respondía él, mientras volvía a preguntar a sus fans cómo la estaban pasando. Ellas, claro, irradiaban felicidad.

Entre saludos y cariños del público al artista, y viceversa, era momento del gran hit de Zavala: “Te regalo”, primer corte del artista, con difusión masiva en las radios.

El entusiasmo de los fans llegaba a tope, pero también llegaba el final. La frescura de “No vale la pena” cerraba una noche de debut, pero también de consagración. Porque Iván Zavala, y sin temor a equívocos, hoy es el gran ídolo pop juvenil paraguayo.

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