Los 4 Fantásticos y una película fracturada

El peor enemigo de los 4 Fantásticos parece no ser el temible Doctor Doom, sino el séptimo arte.

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Ya son tres – o cuatro, si contamos la versión jamás estrenada de 1994, realizada solo para que Roger Corman retuviera los derechos de los personajes – las ocasiones en que los 4 Fantásticos, algunos de los personajes más emblemáticos de la larga galería de creaciones del legendario dúo de Stan Lee y Jack Kirby, hicieron el salto a la pantalla grande con resultados para nada auspiciosos.

Sin embargo, a diferencia de las dos versiones anteriores, deprimentes en su falta de contenido, ambición o calidad, esta nueva versión de Los 4 Fantásticos al menos es interesante de analizar. Se trata del resultado – cada vez más confirmado – de un filme en el que demasiadas personas metieron mano en la producción, robándole de una visión firme y estable, dejando como resultado una película confundida, sin dirección, con chispazos de buenas ideas escondidos bajo un guión fracturado y una presentación demasiado estéril.

El filme comienza, irónicamente, en 2007, cuando unos aún preadolescentes Reed Richards y Ben Grimm prueban por primera vez un revolucionario invento de Reed, capaz de teletransportar objetos. Es ingenioso, y claramente una declaración de intenciones, que el filme comience en el mismo año en que la anterior encarnación de Los 4 Fantásticos en el cine murió, y esta nueva versión definitivamente es una cosa totalmente distinta, aunque lastimosamente no para mejor.

En fin, algunos años después, Reed (Miles Teller) y Ben (Jamie Bell) mejoraron la tecnología del teletransportador, que por alguna razón exhiben en una escuela en vez de en alguna convención científica, y por alguna razón aún más misteriosa no impresiona a los alumnos o su maestro (¡Dan Castellaneta!). Sin embargo, sí logra impresionar al científico Franklin Storm (Reg E. Cathey), quien revela que el invento de Reed no lleva a los objetos a otra parte de la Tierra, sino a otra dimensión, a otro mundo.

El doctor Storm recluta a Reed y lo lleva a trabajar con él, con su hija Susan (Kate Mara), su hijo Johnny (Michael B. Jordan) y su problemático pupilo Victor von Doom (Toby Kebell), quienes eventualmente logran perfeccionar la tecnología que permitirá viajar entre dimensiones a seres vivos. Sin embargo, un desastrozo primer viaje a esta otra dimensión acaba con Victor – quien claramente no vio Prometeo y no sabía que es una mala idea tocar cosas alienígenas claramente peligrosas - desapareciendo en este otro mundo y los demás miembros del equipo adquieren increíbles poderes: Reed puede estirar su cuerpo en formas imposibles, Susan puede volverse invisible y generar campos de fuerza, Johnny puede cubrir su cuerpo en llamas y volar, y Ben convertido en un gigantesco ser de piedra.

Este filme, de acuerdo a los detalles de detrás de escenas que están surgiendo en estos días, parece ser el último en verse perjudicado por la fatal combinación de factores como un director complicado y un estudio entrometido, y ciertamente la película en sí da la sensación de que fue recortada y alterada con torpeza por demasiadas manos en la sala de edición.

Esto es evidente por la forma en que la película se va desarrollando. Admirablemente, el director Josh Trank - en su primera película luego de la muy buena Poder sin Límites -  se toma su tiempo en la primera parte del filme, evidentemente queriendo desarrollar bien a sus personajes antes de lanzarlos a la acción, aunque ni siquiera toda la atención que les brinda logra evitar que acaben sintiéndose incompletos y planos, en parte por un guión que en ningún momento parece tener idea de qué tipo de personas son estas y por la total falta de química entre sus actores.

El filme insiste una y otra vez en que Reed y Ben son grandes amigos, aunque rara vez comparten pantalla o se hablan durante más de unos momentos. Como la “gran amistad” entre Anakin Skywalker y Obi Wan Kenobi en las precuelas de Star Wars, nos cuentan de ella en vez de mostrárnosla. La relación entre Reed y Susan, interpretada por una particularmente rígida Kate Mara, tampoco tiene demasiado pulso, y el guión amaga con dar cualidades interesantes a Victor pero luego parece pensárselo mejor y decidir no tomarse la molestia; el villano acaba siendo el típico ser unidimensional atormentado por alguna razón que jamás descubrimos, y que decide acabar con el mundo porque sí.

El filme, que se tambaleaba torpemente pero avanzaba, se termina por derrumbar luego de que nuestros protagonistas obtengan sus poderes. En el que es quizá el momento más obvio de interferencia del estudio, el filme hace un enorme salto en el tiempo, la lógica tras el cual simplemente no logro comprender. Es casi como si alguien hubiera pensado que demasiado tiempo había sido desperdiciado en la primera mitad, y decidió apretar el botón de adelantar, efectivamente poniendo a los protagonistas en posición para el clímax del filme sin demasiados preámbulos, pero negándonos la oportunidad de ver cómo estos personajes, que Trank ha estado tratando de desarrollar durante media película, reaccionan ante sus nuevas condiciones, que el director se asegura de mostrar más como instancias de horror físico a lo David Cronenberg que como fantasías de cómic.

A partir de ese momento el filme es un completo desastre; uno con un ritmo más acelerado y más acción, pero un desastre al fin, lleno de escenas que no van a ninguna parte. Por algún milagro el argumento en sí se mantiene más o menos coherente, como un rompecabezas armado sin un tercio de sus piezas pero que deja entender parcialmente la imagen, pero cualquier idea interesante que trata de engendrarse – como el conflicto entre un Johnny que quiere mantener sus poderes y los demás que quieren recuperar sus vidas normales – es atropellado por un final apurado y olvidable salvo por una breve secuencia sacada de una película de terror, en la que Doom va sembrando el caos en los pasillos de la base de nuestros héroes.

Aunque no es insoportablemente terrible, y ciertamente es mejor que la primera historia de orígen de Reed Richards y compañía que llegó a los cines hace una década, esta nueva versión de Los 4 Fantásticos acaba siendo un paso para nada favorable en la trayectoria cinematográfica de la icónica familia de Marvel Cómics.

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LOS 4 FANTÁSTICOS (Fantastic Four)

Dirigida por Josh Trank

Escrita por Josh Trank, Simon Kinberg y Jeremy Slater

Producida por Simon Kinberg, Gregory Goodman, Robert Kulzer, Hutch Parker y Matthew Vaughn

Edición por Elliot Greenberg y Stephen E. Rivkin

Dirección de fotografía por Matthew Jensen

Banda sonora compuesta por Marco Beltrami y Philip Glass

Elenco: Miles Teller, Kate Mara, Jamie Bell, Michael B. Jordan, Toby Kebell, Reg E. Cathey, Tim Blake Nelson, Owen Judge y Evan Hannemann

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