Cuando no para de picar: cómo tratar la dermatitis atópica

La piel está irritada, tiene escamas y pica... Lo peor es que parece ser un círculo que nunca acaba, porque cuando un se rasca, la zona pica más. La dermatitis atópica puede ser insoportable si no se la trata.

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Muchos no duermen y ven sus actividades cotidianas muy limitadas por las molestias. Pero hay varias cosas que se pueden hacer para aliviar los síntomas, desde el tipo de prendas que se lleva hasta el cuidado adecuado de la piel.

“Podría decirse que la dermatitis atópica es una especie de hipersensibilidad a factores externos”, explica el dermatólogo Ralph von Kiedrowski. Si uno tiene alguna falla en el sistema inmunológico, el organismo reacciona con fuerza ante sustancias que en realidad no representan ningún riesgo.

En el caso de la dermatitis, lo que sucede es que la barrera natural de la piel presenta una falla y eso hace que algunas sustancias como las proteínas del polen o algunos componentes de los alimentos entren en contacto con la piel y el cuerpo intente defenderse con anticuerpos. Para defenderse, secreta histamina y eso, a su vez, genera una reacción como si fuese una infección.

Se trata de una enfermedad genética, por eso suele aparecer a muy tenmprana edad. “Los niños suelen tenerla aún siendo lactantes o hasta los dos años”, explica el doctor Hermann Josef Kahl. Si bien no es una enfermedad que pueda curarse, las terapias ayudan mucho a los niños que la padecen.

La piel se puede tratar por ejemplo con pomadas que contengan urea y sean libres de conservantes y sustancias aromáticas. También se utilizan preparados con inhibidores de la calcineurina.

En algunos casos se puede aplicar una crema con corticoides, ya que los glucocorticoides inhiben la liberación y el efecto de las sustancias infecciosas. Pero Kiedrowski advierte que el riesgo de utilizar esos productos es que la piel se vuelva muy delgada en las zonas afectadas. Él recomienda recurrir a los corticoides sólo para frenar el círculo vicioso de picazón-rascado-infección.

Pero más allá de los medicamentos, el cuidado de la piel es crucial. Es importante utilizar geles o aceites de ducha que eviten que la piel se reseque. “Los productos con ácidos grasos omega refuerzan la barrera dérmica”, dice Kiedrowski.

Otro punto importante es intentar detectar qué es lo que dispara esas reacciones. Muchas veces es una alergia a determinados alimentos. Lo más común en edad infantil es que se produzca una reacción a la leche, los huevos, las nueces o almendras y el trigo.

La ropa también puede hacer una diferencia. El algodón y la seda son particularmente amables con la piel. Las medias con hilo de plata también pueden aliviar zonas muy irritadas en casos graves, porque los hilos tienen un efecto antimicrobiano. Las prendas evitarán además que el afectado se rasque de noche.

Fuera de estos disparadores mecánicos, hay que tener en cuenta que el estrés nunca deja de ser un factor poco favorable. Los pacientes deberían evitar las grandes sobrecargas y aprovechar cualquier oportunidad para buscar la calma de la montaña o del mar. No es un simple deseo. “El aire en esas zonas contiene menos alérgenos y la luz del sol evita las infecciones”, explica Kiedrowski.

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