“Muchas cosas cambiaron, los valores no”

Gabriela Rojas Teasdale (40) es una paraguaya formada profesionalmente en EE. UU. Acaba de presentar su primer libro para niños. Muy activa, está convencida de que nuestra sociedad saldrá adelante mejorando actitudes y creencias: “Soy 100 % positiva”.

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Activa y llena de esperanza, la autora está convencida de que nuestra sociedad saldrá adelante mejorando actitudes y creencias: “Soy 100 % positiva”.

“¡Dale que vale!” se llama el libro infantil que acaba de lanzar la coach Gaby Teasdale, fundadora de Pro Líder Training y presidente de Transformación Paraguay. El libro, editado por Impact Books, tiene 88 páginas, editado en inglés y español, y es el primero de una serie de 6 libros que irán saliendo para chicos y chicas entre 9 y 12 años con la temática de los valores. En este primer material hay 4 cuentos sobre Paraguay y la región.

Sobre la autora: estudió marketing y estando en EE.UU. (viajó a los 22 años) se apasionó por el mundo del liderazgo. Realizó los programas John Maxwell, para luego certificarse en liderazgo la Universidad de Duke. Vivió varios años en Carolina del Norte. Ya casada regresó al Paraguay, “quise que mis hijos crecieran en mi país y que lo amen igual que yo”. Gaby tiene además en su currículum profesional y personal, el haber sido la primera paraguaya en escalar el Monte Kilimanjaro, el pico más alto de Africa.

-Todos dicen que hay que educar a los niños, ¿cuál es tu manera?

Trabajo hace varios años en programas de formación de valores y principios de liderazgo dirigidos a adultos, desde el año pasado incorporamos adolescentes. Pero creo que el mejor momento para enseñar valores es la infancia, en la casa, junto a los padres. La inversión que hacemos en nuestros niños, de seguro, dará frutos. Es importante que los pequeños sepan desde temprano que pueden convertirse en seres humanos responsables, comprometidos, con autoestima, que crean en su potencial y trabajen para lograr sus objetivos. Y que entiendan que cuando uno no está alineado a estos valores, hay consecuencias negativas. Debemos fomentar el diálogo constante con nuestros niños y una buena manera de hacerlo es a través de los cuentos.

-¿Ser escritora entraba en tus planes de coach?

Me considero apasionada por el crecimiento y desarrollo de las personas. Creo en el valor que cada ser humano tiene y me gusta dar porque pienso que yo también puedo aportar para hacer de este mundo un lugar mejor. Así que combiné algo que siempre me gustó, que es escribir con las ganas de dar herramientas que ayuden, de alguna manera, a los demás a vivir una vida significativa. Con este libro, aprendí muchísimo, y es algo que tomo como el inicio de un proceso mayor de aprendizaje.

-¿Cuáles son los valores que buscás transmitir?

Hace unos años realizamos una encuesta en Paraguay, preguntando cuáles creían que eran los valores que debíamos fortalecer como personas, como país. El resultado fue muy interesante: la responsabilidad, el compromiso, la integridad, el trabajo duro, la actitud positiva, la excelencia, la iniciativa, entre otros.

-Son carencias menos o más marcadas en muchos países

Tengo claro que esto ocurre en toda América Latina. Para fortalecer esos valores tenemos que empezar con nosotros mismos. Yo nunca seré capaz de dar lo que no tengo, y para dar lo mejor tengo que invertir en mi crecimiento personal.

-El cuento trae conclusión y preguntas al final; hay docentes que prefieren leer y dejar que cada uno interprete.

No son necesariamente conclusiones, son conceptos acerca del valor aludido y preguntas. La reflexión es muy importante, tenemos que ser capaces de entender no solo conceptos sino situaciones que vivimos día a día para poder resolver conflictos y medir nuestra efectividad en lo que hacemos a diario. Creo que tenemos que preguntarnos constantemente para encontrar respuestas, para conocernos más, para reconocer todo lo bueno que tenemos y aquello en lo que debemos trabajar más. Preguntarnos nos involucra con los demás, nos vuelve empáticos porque nos conecta con el otro y nos aleja del juicio.

-¿Qué ideas les das a los chicos concretamente?

Cosas pequeñas como tenderse la cama, ayudar con las tareas del hogar, ofrecer ayuda a algún vecino. Son cosas que el niño puede hacer de manera autónoma y que, a su vez, representan una motivación. Las ilustraciones (Mónica Pavez, ilustradora; Pilar Cabrera, diseñadora) se trabajaron muy bien, de manera a que el niño se conecte con la historia y las situaciones.

-Los cuentos siempre hablaron de valores. Hoy hay analistas que los descomponen, sobre todo respecto a los roles y actitudes.

Muchas cosas cambiaron, pero los valores no. Por eso me animé a escribir historias que nos conectan con situaciones y lugares actuales. Los pequeños no solo aprenderán valores sino otras culturas. Es una linda forma de desafiarlos a descubrirse, aprender, entenderse no solo ellos mismos sino a todo el mundo a su alrededor. La lectura es un hábito que no debemos perder. El libro también tendrá una versión digital. Respecto al lenguaje que uso, creo que con los niños debemos comunicarnos de igual a igual, sin imperativos y basándonos en el respeto. Todo esto no me impide ponerme “mis lentes con ojos de niño” para explicar conceptos de una manera más simple y divertida.

-¿Es una deuda la literatura infantil paraguaya?

La literatura es una deuda. Y debemos comenzar por los más pequeños.

-Entonces tu libro no tiene competencia

No tiene intención de competir, lo veo más como un aporte a la literatura infantil en nuestro país. Lo que busca es desafiar al niño a ser mejor y lo que me gustaría es que cada lector compita consigo mismo en esa tarea. Eso significa levantarse con pensamientos sanos y positivos, que le lleven a hablar y actuar de buena manera. Que los niños recuerden que son valiosos, sueñen, disfruten, que compartan esa esencia maravillosa que no debería desaparecer nunca. Los padres tenemos mucha responsabilidad en este proceso. Es importante autoevaluarnos también en cuanto lo que les decimos a nuestros niños y cómo nos comportamos. Somos el espejo donde ellos se miran y debemos ser buenos ejemplos para influenciar positivamente en sus vidas.

-Como en todo libro infantil, hay personificación.

Sí, el primer cuento es acerca de un tapir que vive en el río Pilcomayo y sufre una situación límite. A la hora de pasar la idea a los bocetos fue todo un desafío para el equipo, sobre todo para la ilustradora darle forma a este pequeño tapir aventurero. Pero todo valió la pena porque el resultado fue fantástico. Los invito a leer este libro que es un producto de calidad y aporte para la formación de nuestros niños.

Para Gabriela Teasdale el liderazgo en Paraguay necesita líderes que pongan a los demás primero, inspiren y generen grandes transformaciones. “El liderazgo se aprende y empieza con uno mismo. No puedo salir a liderar a otros si no me lidero a mí mismo primero. Tenemos que aprender a ser buenos líderes y eso requiere mucho trabajo”.

Fuera de su profesión, Gaby también planifica: “Me gusta poner por escrito cada área de mi vida y organizarla. Un tiempo lo dedico a mí, hago gimnasia, escribo, escucho música, medito o paso con amigos. Pero mi momento favorito es con la familia.

Todos los días tratamos de hablar, compartir experiencias sobre nuestro día. Los viernes nos dedicamos a estar juntos en alguna actividad. Paso mucho tiempo con mis hijos (Isaiah, 7 y Angelina, 12) y lo disfruto, ellos me inspiran.

Tenemos reglas familiares, nos ayudamos en casa, nos pedimos perdón si nos equivocamos. No somos perfectos, compartir tiempo nos ayuda a conocernos, aceptarnos y amarnos de manera incondicional” Por supuesto, en la casa de los Teasdale no faltan los libros en inglés y en español, “cada uno tiene su pequeña biblioteca y libros favoritos. Cuando manejamos largas distancias escuchamos audiolibros, hoy la tecnología nos da opciones geniales. Nosotros todavía disfrutamos de tocar el libro, sentirlo”. Estar en contacto con los hijos regala momentos únicos: “Un día mi hijo me dijo ‘mami, me encanta leer, estoy disfrutando tanto este libro que no puedo dejarlo’, y cuando lo miré ¡lo tenía al revés! (risas)”.

-Manejás muchas frases como formadora de líderes, ¿cuál te identifica?

Una de Gandhi: “Tu vida, tu mensaje”

-Kilimanjaro, ¿qué significó en tu vida?

Llegué a la cima el día que cumplí 40 años y fue una experiencia increíble. Tuve que superar muchos obstáculos, pero principalmente tuve que aprender a liderarme a mí misma. No dejar que los mareos, los vómitos, el cansancio me vencieran. Muchas veces estuve por rendirme, pero logré llegar a lo más alto con la ayuda de mi coach, quien me hizo preguntas poderosas que me ayudaron a levantarme. Uno de los cuentos se llama ¡Bien hecho!, es la historia de una niña que no podía subir un cerro; refleja un poco esa experiencia que viví en Africa.

-¿Cómo te definís personalmente?

Alegre, positiva, creativa, con ganas de servir, exigente. Me gustan los desafíos y apuesto por el cambio, aunque implique riesgos. No me gusta el juicio, la victimización y las críticas sin soluciones. Prefiero salir a jugar a la cancha y no señalar desde las graderías. Mi palabra favorita es acción. Todos los días elijo ser feliz, la vida me enseñó a decidir sonreír (mi sonrisa me caracteriza); no es fácil cuando existe dolor y sufrimiento, pero la opción es lo que yo elijo.

-Regresaste a Paraguay por la salud de tu padre y te quedaste. ¿A qué le apostás?

A la formación en valores de nuestra gente, porque creo en su potencial. La autoestima es un valor que tenemos que trabajar; justamente con ese arrancamos la serie de cuentos. Valores, trabajo duro y podremos cambiar la realidad de nuestro país en beneficio de todos.

 

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