Pequeñas "misses",entre moda y tabú

Los certámenes de belleza infantil se han popularizado en los últimos años en México, un fenómeno celebrado por organizadores, las participantes y sus padres, pero acusado de perpetuar estereotipos de género y de sexualizar las menores.

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Se ha producido “un 'boom' y un tabú”, reconoce África Vicario, modelo y profesora de una academia que capacita a niños y adolescentes desde la Ciudad de México, y que atribuye esta doble visión a que “México es un país de costumbres” , donde las “cosas diferentes llaman la atención” .

Con la mano en la cintura, la sonrisa fija y algunas de ellas desdentadas, cinco de sus alumnas desfilan hoy por el salón donde practican varias veces a la semana.

“Derecha, derecha, !pose!. No tan rápido”, les dice, pausadamente, África, una imagen muy distinta a la de las severas maestras que protagonizan algunos programas de televisión de jóvenes talentos.

Las niñas tienen entre 4 y 13 años y tienen en común su gran desparpajo. Se ponen los vestidos que utilizan para competir en distintos concursos, como de princesas de cuento y, al acercarse a la cámara, se presentan.

“!Hola, buenas tardes, me llamo Fátima Almaraz, y represento orgullosamente la Ciudad de México”, exclama esta niña de 10 años, reina de la categoría mini del certamen Mini Belleza Latina en la demarcación Venustiano Carranza de la capital.

Mini Belleza Latina, una franquicia presente en 14 de los 32 estados del país, ha potenciado esta moda en México, que todavía dista de adquirir la popularidad que pueden tener estas competiciones en países como Estados Unidos y Venezuela.

Se celebran distintos concursos regionales y van clasificando las mejores, que compiten en un evento nacional e internacional en el que mostrarán varias de sus habilidades, como el desfile o el talento.

Los certámenes “me dan mucha seguridad”, explica Fátima, que practica una hora en casa para “ir mejorando” y lleva tres años estudiando actuación y participando en anuncios publicitarios.

Para la niña, los certámenes son sinónimo de “mucha emoción”. Y algo parecido opinan sus compañeras de academia.

A Fernanda Santillán desfilar le ayudó a “quitarse la pena (la vergüenza)” y Claudia Granados, que con 13 años ganó recientemente un concurso en la categoría preteen, lo ve como un “hobby”, pues quiere estudiar Gastronomía o Turismo.

La tranquilidad con la que ensayan estas aprendices de modelo contrasta con el alud de críticas que han cosechado los certámenes en México en los últimos meses, llegando a cancelarse un concurso en el céntrico estado de Hidalgo.

A partir de imágenes que aparecen en las páginas oficiales del certamen, se les acusó de erotizar a la menores, pues en algunas de las fotografías ellas aparecen maquilladas o en vestido de baño.

“Las niñas están sobreexpuestas. Estos certámenes no abonan la autoestima de las niñas ni su desarrollo personal, más bien las estigmatizan”, dice a el diputado federal y presidente de la Comisión de Derechos de la Niñez, Jesús Valencia.

Valencia y varias organizaciones civiles consideran que este tipo de concursos afectan la integridad de las menores, incluso se incita a delitos de índole sexual, infringiendo varios artículos de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

“Interpuse una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía), donde pedimos que investiguen si detrás de este certamen existe un posible delito de trata”, indica.

“La primera reina nacional e internacional es mi hija. ¿Tú crees que yo voy a exponer a mi hija?”, responde la directora nacional de la organización Mini Belleza Latina México, Jenifer Ramos, que asegura que la organización ni “esconde” ni ha hecho “nada malo”.

El choque de posturas es evidente. Para Leticia Pérez, madre de Fátima, las críticas se deben a que México es “un poco machista”.

“Son niñas con un vestido lindo, a cualquier mujer, chiquita o grande, le gusta un vestido lindo, y no puede prohibirse esta situación porque no están haciendo nada mal. Y detrás está el papá o la mamá”, recuerda Pérez, dedicada al 100% a su hija, quien está escolarizada en casa para poder compaginar mejor el estudio con la actuación y el modelaje.

La madre de María Fernanda, Dulce Diosdado, considera que, como progenitora, se tiene que ayudar a los hijos a “ir por los sueños”.

Este mundo es “caro” y “cansado”, reconoce, y muchas veces se siente incomprendida incluso por otros padres. “Te enfrentas a esto, te dicen que ni siquiera les dejas tiempo para divertirse como niña, y es verdad, pero es que ella te pide esto”, asevera.

Llega la hora de practicar talentos, y Nicole, la más menuda del grupo con 4 años, se desenvuelve con una inocente soltura a golpe de “Despacito”, de Luis Fonsi, la canción del momento.

“Yo quiero tener una corona”, responde cuando se le pregunta por qué le gustan estos certámenes.

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