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Los niveles de tratamiento del agua residual alcanzan el 70% en los países ricos, una proporción que cae hasta el 38% en los países de renta medio-alta y se reduce al 28% en los de renta medio-baja.
“En los países pobres, solo el 8% del total de esas aguas recibe algún tipo de tratamiento”, añade el informe, que advierte de los crecientes perjuicios a la salud pública y el medio ambiente que esta situación provoca en África, Asia y América Latina.
Las carencias en infraestructuras, capacidad técnica e institucional y financiación explican este déficit de tratamiento en los países más pobres, cuya corrección es vital, según el estudio, para reducir los daños a los ecosistemas y crear una cultura de reutilización del agua que haga frente a la escasez.
Las situaciones más explosivas se viven en las grandes ciudades de los países del Tercer Mundo, que crecen desaforadamente en población y no son capaces de desarrollar unas condiciones mínimas de saneamiento.
En estas circunstancias, toda el agua que consumen va a parar sin recibir tratamiento al medio ambiente, comprometiendo numerosos ecosistemas costeros, fluviales y marinos y disparando la transmisión de enfermedades contagiosas entre la gente.
“Debemos disminuir los vertidos e incrementar el tratamiento de las aguas residuales para satisfacer las necesidades ocasionadas por el crecimiento demográfico y la fragilidad de los ecosistemas”, señala el presidente de ONU-Agua, Guy Ryder.
De aquí a 2030, la ONU espera reducir a la mitad la cantidad de aguas residuales sin tratar en todo el mundo.