PARÍS. Su presencia en Buenos Aires a final de mes para participar en la cumbre del G-20 romperá una ausencia que contrasta con la etapa de su predecesor, el socialista François Hollande, que hizo de esa región uno de los vectores de su política exterior.
Así lo piensan varios expertos consultados por Efe que consideran que Macron “dilapida” ese trabajo en un momento en que la Administración estadounidense liderada por Donald Trump se repliega sobre sí misma y renuncia al multilateralismo.
“Extraña que haya cambiado su actitud hacia América Latina”, estima el director del Observatorio de Política de América Latina y el Caribe de Sciences Po, Gaspard Estrada.
Con importantes personalidades al frente de instituciones internacionales, como el mexicano Ángel Gurría en la OCDE, ese continente puede ser un aliado de Macron, agrega el experto, que no duda en hablar de “oportunidad perdida”.
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El actual inquilino del Elíseo no ha recolectado los frutos sembrados por Hollande, sobre todo en la segunda parte de su mandato, cuando nombró al expresidente del Senado Jean-Pierre Bel como su enviado especial a la región.
Las relaciones se estrecharon con varios países, lo que se reflejó en una serie de viajes a la región e innumerables visitas de mandatarios latinoamericanos a París.
Siempre tras los pasos de François Mitterrand, que en los años 80 se acercó a los movimientos izquierdistas latinoamericanos, Hollande apostó por una región que Macron ha relegado a “pariente pobre de la política exterior”, en palabras de Christophe Ventura, especialista en América Latina del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
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Sintomático de esa frialdad es que entre los más de 80 jefes de Estado y de Gobierno que acudieron el pasado día 11 a París para participar en el Foro de la Paz -organizado con motivo del centenario del fin de la I Guerra Mundial para promover el multilateralismo-, solo había dos latinoamericanos.
Según el profesor del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad Sorbona Nueva, Stéphane Witkowski, no es casual que fueran el de Costa Rica, un país de tradición pacifista, y el de Colombia, que acaba de salir de un duro conflicto, dos países “para los que la palabra paz tiene un significado particular”. El resto dieron la espalda a un presidente que pretende dar un impulso al multilateralismo.
