Asia Bibi, símbolo de las derivas de la ley sobre la blasfemia en Pakistán

ISLAMABAD. Asia Bibi pasó la mayor parte de su vida en el anonimato como muchos fieles de la minoría cristiana de Pakistán hasta el día en el que su condena a muerte por blasfemia, basada en una simple acusación, dividió al país y movilizó al mundo.

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Su partida del país, confirmada este miércoles por una fuente gubernamental pakistaní, abre un nuevo capítulo en una saga judicial iniciada hace una década. Según su abogado, es probable que se haya ido a Canadá, adonde huyeron sus hijas.

Para esta mujer analfabeta originaria de la provincia de Punyab y de unos 50 años la pesadilla comenzó en 2009 por una discusión por un vaso de agua cuando trabajaba en el campo. Alegando motivos religiosos, dos musulmanas se negaron a compartir un vaso de agua con ella. Discutieron.

Días más tarde, estas mujeres contaron el caso a un imán local que la acusó de haber “insultado” al profeta del islam. Ella siempre lo ha negado.

El imán acudió a la policía, que abrió una investigación. Asia Bibi fue detenida y procesada en virtud del artículo 295 C del código penal pakistaní, que prevé la pena de muerte en este supuesto. Fue condenada a morir en la horca en 2010.

Bibi interpuso un recurso ante el Tribunal Supremo en 2014. Dos años más tarde, uno de los tres magistrados llamados a pronunciarse sobre el caso se desistió, lo que retrasó todo el proceso. Durante estos años de batalla judicial, ella encarnó las derivas de una legislación que reprime la blasfemia y que según sus detractores se instrumentaliza para solucionar conflictos personales mediante acusaciones falsas.

El Tribunal Supremo la absolvió en octubre pasado tras haber pasado más de ocho años en el corredor de la muerte. La sentencia provocó una ola de manifestaciones violentas durante tres días en todo el país. En enero la misma corte confirmó el veredicto. Fue el epílogo de un intenso combate judicial.

Durante los años de cárcel, su familia recibió amenazas y se vio obligada a huir de casa. Su marido Ashiq Masih se refugió en un barrio de Lahore, donde vivía con las hijas del matrimonio, Esha y Ehsam. “Papá me decía que no saliera, que la situación afuera era muy mala”, explicó Esham a la AFP en 2016. “Nos quedábamos en el interior constantemente”, añadió la niña. “Un día vendrá alguien y me preguntará: ’¿eres la hija de Asia Bibi?”.

Según fuentes diplomáticas, las hijas de Asia Bibi huyeron a Canadá hace meses. Bibi, cuyo caso conmovió a varios dirigentes occidentales, así como a los papas Benedicto XVI y Francisco, fue encarcelada en la prisión para mujeres de la ciudad de Multán (centro).

Otro de sus defensores, el exgobernador de la provincia pakistaní del Punyab, Salman Taseer, uno de los pocos políticos en osar criticar abiertamente al islamismo, fue asesinado en 2011 por uno de sus guardaespaldas en Islamabad.

El asesino fue condenado a muerte y ahorcado en 2016, lo cual enfureció a los extremistas que reclamaron que la cristiana también fuera ejecutada. En conversación telefónica con la AFP tras el anuncio de la absolución Asia Bibi dijo: “Me cuesta creer lo que estoy escuchando. ¿Voy a salir? ¿De verdad que me van a dejar salir?”. “Soñé tantas veces que caerían las paredes de la cárcel”.

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