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Seis millones de personas, alrededor del 15% de la población, huyeron de su hogar y se refugiaron en otras regiones desde la ofensiva iniciada en 2014 por EI, que se apoderó de una tercera parte de Irak.
A comienzos de septiembre la OIM censaba 1.931.868 desplazados, o sea la cifra más baja desde noviembre de 2014. Irak proclamó a fines de 2017 la victoria sobre el grupo EI, expulsado de todos los centros urbanos de Irak.
La mayoría de los desplazados que regresaron son originarios de la provincia de Nínive (norte), cuya capital es Mosul, segunda ciudad del país, que estuvo sumida durante nueve meses en una de las más duras guerrillas urbanas de los tiempos modernos. Luego viene la provincia sunita de al-Anbar (oeste), donde se protagonizó la última batalla para retomar las localidades que controlaban aun los yihadistas.
La violencia se ha reducido en esas zonas donde los yihadistas estaban presentes, así como en la mayoría del país. El Estado Islámico, derrotado, conserva sin embargo algunas células clandestinas en Irak que realizan frecuentes ataques.
Los desplazados que han regresado a sus lugares de origen, como la mayoría de los iraquíes, carecen o tienen precarios servicios públicos y sus infraestructuras son o muy vetustas o inexistentes.