Concluir reformas y futuro de la Nueva Mayoría, desafíos último año Bachelet

SANTIAGO. Garantizar la aprobación de las reformas que aún están pendientes y consolidar el futuro de la coalición que apoyó su reelección en 2013 son los desafíos que la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, afronta al iniciar hoy su último año.

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“Nuestro anhelo es que este impulso no se detenga y podamos proyectar los cambios estructurales que hemos iniciado, porque no da lo mismo el rumbo que sigue un país”, declaró este viernes la mandataria.

Michelle Bachelet se convirtió en 2006 en la primera mujer que gobierna Chile en toda su historia. Impedida legalmente de presentarse a la reelección de manera consecutiva, esta veterana militante socialista, que sufrió tortura y exilio durante la dictadura, volvió a obtener una rotunda victoria en 2013.

Aupada por una amplia coalición que incluye desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista, Bachelet renunció a la dirección de ONU Mujeres para retornar a la política chilena y hacerse con el poder con un programa electoral basado en reformas de gran calado.

En aquel momento, gozaba de una popularidad que rozaba el 80 por ciento y todos los partidos oficialistas se plegaron a sus ambiciosas propuestas.

El cambio del anquilosado modelo educativo, una reforma tributaria que aspiraba a incrementar sustancialmente la recaudación y la elaboración de una nueva Constitución política, acorde con el sistema democrático, fueron los ejes principales de su programa.

En su segunda presidencia, Bachelet disponía también de un Parlamento en el que por primera vez desde el restablecimiento de la democracia los partidos del gobierno tenían una mayoría holgada para sacar adelante las leyes.

Los tres primeros años de su segundo mandato han estado marcados por el impulso -no exento de polémica- de las reformas estructurales y el manejo de una alicaída economía, con un crecimiento promedio del 1,9%, la reducción de la inversión y una fuerte disminución del precio del cobre, la principal exportación del país.

Así las cosas, y con un fuerte cuestionamiento ciudadano a la clase política por los casos de corrupción, el apoyo popular a las políticas del Gobierno ha caído abruptamente, la popularidad de la presidenta apenas supera el 20 por ciento y la cohesión dentro de la coalición gubernamental Nueva Mayoría ha desaparecido.

Al hacer balance este viernes de los principales logros de su Gobierno, Michelle Bachelet destacó la reforma tributaria, la gratuidad en la educación, el acuerdo de unión civil y el proceso para una nueva Constitución.

“Hemos avanzado sustancialmente y lo que nos queda de Gobierno, continuaremos en esa línea”, aseguró.

Según un estudio hecho público esta semana por la Fundación Ciudadano Inteligente, el segundo Gobierno de Michelle Bachelet ha cumplido hasta ahora casi la mitad de sus promesas legislativas.

El informe de esta organización, que promueve la transparencia e impulsa la rendición de cuentas, cifra en un 2,5 (en una escala de 1 a 4) la coherencia entre las promesas legislativas y los proyectos de ley efectivamente enviados al Congreso.

Otro reciente análisis, en este caso de la Fundación Chile 21, destaca las reformas del Ejecutivo en materia tributaria, educativa, constitucional y laboral, así como las medidas para fortalecer la probidad y la transparencia, la despenalización parcial del aborto, el cambio del sistema electoral y el acuerdo de unión civil.

Pero aunque el documento de este centro de estudios próximo al oficialismo destaca que el segundo Gobierno de Bachelet ha logrado impulsar una serie de transformaciones importantes para superar la desigualdad, asegura que adolece de debilidad en la conducción política de las reformas.

Además de mejorar la gestión política, en su último año, la presidenta de Chile se enfrenta al desafío de restaurar el diálogo con la ciudadanía y evitar el resquebrajamiento de la Nueva Mayoría, escenario de rebeliones parlamentarias y desavenencias entre democristianos y comunistas, las dos fuerzas situadas en sus extremos.

Bachelet -quien a diferencia de otros gobernantes latinoamericanos que han maniobrado para perpetuarse en el poder, tiene descartado “ absoluta y totalmente ” continuar en la política chilena- tiene por delante un complicado escenario que, además, estará condicionado por las elecciones generales de noviembre.

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