En un contexto de grandes medidas de seguridad tomadas en Europa en torno a las festividades de Navidad, Francisco, que acaba de cumplir 80 años, pronuncia su cuarto mensaje de Navidad “Urbi et orbi” ("A la ciudad y al mundo").
Tras el atentado terrorista con camión contra un mercadillo navideño de Berlín, que dejó el lunes 12 muertos y fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), el temor a otros ataques marca las festividades de este año.
Habitantes y turistas encienden en Berlín velan y depositan flores en el lugar del ataque. En Milán, donde el autor del ataque fue abatido el viernes durante un simple control de identidad, la policía ocupaba masivamente la célebra plaza que alberga una pequeño mercadillo de Navidad, cuyo acceso está protegido por hitos de hormigón desde el ataque de Berlín.
El acontecimiento en la plaza San Pedro de Roma será seguido este domingo en la televisión por millones de personas de todo el mundo.
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El sábado por la noche, en su homilía para la Nochebuena el papa Francisco había criticado el materialismo de quienes festejan Navidad pensando sólo en regalos y llamó a tener compasión por los niños abandonados. Esta ceremonia, en la basílica de San Pedro, se celebró entre fuertes pero discretas medidas de seguridad.
En Belén, lugar donde según la tradición cristiana nació Jesús, unos 2.500 fieles palestinos y extranjeros llenaron la basílica de la Natividad para la misa del gallo a la medianoche. El presidente Mahmud Abas y otros dignatarios palestinos estuvieron presentes.
El arzobispo Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarca latino de Jerusalén y jefe de la Iglesia católica en Tierra Santa, pidió compasión para los refugiados y el fin de la violencia que desangra a Medio Oriente.
“Las puertas cerradas, las fronteras cerradas (...) son una metáfora del miedo que inevitablemente genera las dinámicas violentas de la época actual”, afirmó. En el norte de Israel, más 25.000 personas participaron en las celebraciones de Navidad en Nazaret, ciudad donde Jesús habría pasado su infancia.
En Estados Unidos el presidente Barack Obama y su esposa Michelle enviaron su último mensaje de Navidad desde la Casa Blanca, subrayando los valores que unen a los estadounidenses, cualquiera sea su fe. El mensaje fue difundido mientras el país está particularmente dividido, tras una dura campaña presidencial que concluyó con la elección del multimillonario republicano Donald Trump.
En Siria, la comunidad católica de Alepo celebró la primera misa en cinco años en la catedral maronita San Elías, en la ciudad vieja, dos días después del anuncio del régimen de Bashar al Asad de la reconquista total de los barrios controlados por los rebeldes en la segunda ciudad siria.
Igual que numerosos edificios de Alepo —ciudad convertida en símbolo de los estragos causados por la guerra en el país—, la catedral ofrece un espectáculo de desolación: techo derrumbado, escombros esparcidos en el suelo, bancos derribados...
Pero un pequeño grupo de personas decidió librarse a una tarea de limpieza e instalar un pesebre. “Todos tenemos recuerdos de este sitios, aquí hemos celebrado nuestras fiestas y alegrías. Queremos transformar los escombros en algo bello” , explicó uno de los miembros de ese grupo, Bachir Badaoui.
