El FMI regresa a Argentina

BUENOS AIRES. El FMI regresa a Argentina con un primer desembolso de US$ 15.000 millones, de un total de 50.000 millones, un “auxilio preventivo” solicitado por el presidente Mauricio Macri 12 años después de que el país congelara la relación con el ente.

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Estas son las principales claves de la relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional:

En la presidencia pro témpore del G20, con una política elogiada por los mercados y las principales potencias económicas, en especial Estados Unidos, la crisis de Argentina llegó de sorpresa. A finales de abril comenzó una corrida cambiaria que llevó a Macri a pedir el auxilio.

Argentina ha perdido 13.000 millones de dólares de sus reservas internacionales, valuadas en 48.000 millones, y elevó a 40% su principal tasa de interés, la más alta del mundo. “Mi convicción es que estamos recorriendo el único camino posible para salir del estancamiento, buscando siempre evitar una gran crisis económica que nos haga retroceder y dañaría a todos”, dijo Macri al anunciar su decisión de acudir al FMI.

Desde enero, el peso argentino se ha depreciado más de 34%. En mayo la caída fue de 15% y en lo transcurrido de junio de 10%.

El economista Ramiro Castiñeira explica que “como gobierno con minoría parlamentaria, el de Macri se propuso desde que asumió en 2015 enfrentar el déficit fiscal con un plan gradualista, pero ese proyecto se agotó. Se endeudó por 70.000 millones de dólares en el exterior y se acabó el crédito externo de Argentina”.

El FMI otorgará un crédito stand by por 50.000 millones de dólares, el mayor que haya concedido ese organismo. Adicionalmente, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento aportarán 5.650 millones de dólares. El crédito tendrá una vigencia de tres años.

Las tasas fueron fijadas entre 1,96% y 4,96% anual, dependiendo del monto del tramo. “Es el financiamiento más barato que tenemos disponible”, dijo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

A cambio, Argentina se compromete a llevar a cero en 2020 su déficit fiscal, que el año pasado cerró en 3,9% del PIB. Como previsión, se incluyó una cláusula que permite al Estado elevar el gasto en planes sociales en caso de que aumente la pobreza que en 2017 fue de 25%.

El llamado al FMI es rechazado por sectores de la oposición política, que reclaman que el acuerdo sea debatido en el Congreso, y por los principales sindicatos, que ya convocaron una huelga general para el próximo lunes.

El apoyo parlamentario será fundamental para su cumplimiento, pues uno de los puntos críticos será la aprobación del presupuesto de 2019 en el que se deben programar los recortes a las transferencias a las provincias, a la obra pública y al tamaño del Estado, todo ello en un año electoral. “Se inicia un largo y difícil camino que pondrá a prueba la firmeza de la dirigencia política y la capacidad de sacrificio de la sociedad. El éxito del acuerdo con el FMI dependerá de la interacción entre el oficialismo y la oposición, de la capacidad social de contener y canalizar la protesta y de la visión del presidente de mirar a largo plazo con visión de estadista”, opinó el analista político Rosendo Fraga.

Desde los años 1950, Argentina ha recibido créditos del FMI. El primero fue durante la dictadura del general Pedro Aramburu (1955-58).

Le siguieron planes, préstamos y acuerdos diversos durante mandatos de gobiernos democráticos y regímenes dictatoriales. En todas las ocasiones, el recuerdo de lo que dejaron los tratos con el FMI son malos. Pero el peor, y también el más reciente, remite a 2001, cuando cayó el conservador Fernando De la Rúa en medio de la peor crisis de la historia del país. Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, que duró apenas una semana, declaró la cesación de pagos de la deuda de 144.000 millones de dólares, el mayor default de la historia, y comenzó una dolorosa crisis social y económica por la cual los argentinos responsabilizan al Fondo.

En 2006, el presidente de centroizquierda peronista Néstor Kirchner canceló 9.600 millones de dólares que aún se adeudaban al FMI y suspendió sus relaciones con el organismo, que dejó de realizar sus visitas periódicas a Argentina y sus informes sobre el estado de la economía. “En una perspectiva histórica contemporánea, en 2001 Argentina declaró el mayor default de la historia, y antes de veinte años tiene el mayor rescate de la historia.

Se trata de una situación ambivalente, de esas que permiten ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero que debe generar una profunda reflexión sobre la ’excepcionalidad’ argentina”, comentó Fraga.

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