El #MeToo se apropia del vestuario del “Cuento de la criada"

NUEVA YORK. En Estados Unidos, Argentina o Irlanda, las “criadas escarlatas” de túnicas rojas y gorros blancos inspiradas en la novela distópica de Margaret Atwood se han tornado un poderoso símbolo del #MeToo.

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Pero la serie ha trastornado a su diseñadora, que renunció al trabajo. Aunque la célebre novela “El cuento de la criada” de la escritora canadiense data de 1985, alcanzó la fama con la serie televisiva de la plataforma Hulu, cuya difusión comenzó en abril de 2017.

Muy rápido, el relato pesadillesco de un Estados Unidos transformado en teocracia, con las mujeres convertidas en esclavas para procrear, se convirtió para los opositores a Trump en una parábola de la deriva conservadora estadounidenses y de los abusos sexuales padecidos por las mujeres.

El traje reminiscente de los hábitos de monjas vestido por las mujeres de la ficticia República de Gilead se impuso como un grito de lucha. Lo vistieron manifestantes en Estados Unidos durante la batalla contra la confirmación del juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh, acusado de un intento de violación cuando era adolescente, y también otras mujeres en protestas por el derecho al aborto en Argentina, Irlanda, Bélgica o en las manifestaciones anti-Trump en Polonia.

“Durante los dos años y medio que trabajé en la serie, realmente no medí el impacto”, contó a la AFP la diseñadora Ane Crabtree, una mujer menuda de 54 años, de padre estadounidense y madre japonesa, durante un reciente pasaje por Nueva York. 

El rodaje fue intenso, las pausas escasas. Y solo cuando terminó Crabtree se dio cuenta de que sus trajes se habían transformado en un manifiesto. “Incluso hoy, no capto toda la amplitud” del movimiento, dijo la diseñadora, que comenzó su carrera en la moda en los años ’90 y dio la entrevista vestida enteramente de negro. “Pero para mí, es una excelente noticia, es muy satisfactorio emocionalmente (...) En tanto que artista uno trata de expresar el espíritu de los tiempos, ¿no? Uno intenta comprender cómo comunicar y estar en sintonía emocional con la gente”.

El vestuario de la serie claramente representa un mojón, pero a su creadora, dudosa de la calidad de su trabajo, le costó muchas noches en vela. “Tenía mucho amor y respeto por la novela, no quería fracasar”, contó.

Margaret Atwood vistió de rojo en la novela a las mujeres elegidas para ser regularmente violadas a fin de procrear, pero “yo quería hacer algo diferente, no un look con connotaciones históricas, en el cual nadie se reconocería en 2016”, subrayó Crabtree.

“Quería que la gente tuviese miedo. Quería que fuese a la vez normal y aterrador. A veces las cosas más aterrorizadoras son las cosas normales. Porque es ahí que uno se dice: ’Oh, mi Dios, podría ocurrir esto, podría realmente pasarme a mí’”.

Ane Crabtree fue exitosa en su apuesta, pero no sale indemne de la experiencia. La serie “remueve demasiadas cosas en mi vida personal, hasta este mes no me daba cuenta”, dijo la creadora. Contó que arrojó en la serie su “cólera muda” tras el triunfo de Donald Trump en las presidenciales de 2016, pero sobre todo que la serie removió en sí los abusos sexuales que sufrió de niña.

“No me acordé de nada hasta los 28 años e incluso después esto permaneció enterrado de diferentes maneras” , dijo. Por eso, pese al enorme éxito, decidió abandonar su trabajo antes del rodaje de la tercera temporada. La serie “es a la vez dolorosa y magnífica... La historia no es para nada sobre mí y sin embargo, tiene un efecto terapéutico a largo plazo” .

Dedicada hoy a otros proyectos como un film “feminista” de la directora negra Dee Rees, y otro con Anjelica Huston, Crabtree se regocija de ver que sus trajes “viven su propia vida” .

La marca de lencería Yandy, que vendía una versión provocativa del traje, debió retirarlo del mercado a fines de septiembre, ante la polémica suscitada por el vuelco del sentido del traje original. Y hasta la estrella de la telerrealidad Kim Kardashian adaptó a su manera el traje de la “criada escarlata”, mucho más sexy que la versión original.

Ane Crabtree ríe de estas versiones en las antípodas del espíritu de su traje. “Las personas se visten como quieren. Yo soy una purista, todo artista quiere ver las cosas como las concibió. Pero todo esto es quizás solo ego, tal vez simplemente hay que dejar que las personas hagan lo que deseen”.

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