El Vaticano, eclipsado por crisis, se dirige a los jóvenes

CIUDAD DEL VATICANO. Con los bancos de las iglesias que se vacían y los escándalos que nublan el cielo de la Iglesia, el Vaticano inauguró el 3 de septiembre una asamblea de tres semanas para hablar sobre cómo atraer a los jóvenes.

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Al inicio de la reunión, el papa Francisco dijo: “Este momento ha puesto en relieve que la Iglesia debe escuchar”.

El Papa ha dicho que quiere oír las dudas y las críticas de los jóvenes. Sin embargo, el entorno cerca de donde se celebraba el Sínodo de los Obispos, como se conoce a la asamblea, sugería que la Iglesia católica romana ya tiene tela de donde cortar.

Mientras los participantes del sínodo cantaban y oraban, más de dos decenas de sobrevivientes de abusos sexuales cometidos por clérigos estaba manifestándose cerca del camino a la Basílica de San Pedro. Habían viajado desde algunas partes de Italia y otros países de Europa para denunciar lo que consideran la indiferencia del Vaticano a sus demandas de que se castigue a los sacerdotes abusadores y a quienes los encubrieron.

Por primera vez, poco más de una treintena de católicos menores de 30 años participarán en la asamblea del Vaticano, junto con casi 270 miembros del clero. Hablarán de una variedad de temas, entre ellos la sexualidad, la pornografía y los videojuegos, así como la cultura “desechable” que desgasta la dignidad humana.

Matthias Katsch, uno de los manifestantes, elogió la decisión de incluir a los jóvenes y dijo que “era muy positiva”. Sin embargo, Katsch, sobreviviente alemán del abuso de un sacerdote y miembro de Ending Clergy Abuse, un grupo formado recientemente, comentó que el Papa debía tomar más medidas.

“Deben enfocar el diálogo donde más duele, es decir, el abuso atroz de poder, así como los miles y miles de niños y jóvenes afectados por funcionarios de la Iglesia en las últimas décadas en todo el mundo”, comentó. “No se puede hablar de la juventud sin tocar ese tema”.

A su alrededor, otros sobrevivientes levantaban pancartas con sus demandas. “No más encubrimiento”, “Hagan que la tolerancia cero sea real”, “Establezcan una comisión internacional de investigación y justicia”. Los letreros estaban escritos en italiano e inglés, dijo uno de los organizadores, con el fin de que el mensaje se escuchara más allá de las fronteras de Italia.

Para empezar, el papa Francisco no lo ha recibido, dijeron.

A pesar de que les han asegurado en repetidas ocasiones que, bajo su mandato, el Vaticano aplicará una política de tolerancia cero respecto a los abusos cometidos por clérigos, el historial del Papa “es desastroso”, señaló Francesco Zanardi, el representante de Rete L’Abuzo, el principal grupo en Italia de sobrevivientes de abusos cometidos por sacerdotes.

“La tolerancia cero es un mensaje para los medios”, pero en Italia “no se ha aplicado”, dijo.

Aunque la Iglesia se vio asediada por escándalos de abusos sexuales durante los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, las revelaciones recientes de abusos y sus encubrimientos en Australia, Irlanda, Estados Unidos y Alemania han socavado la credibilidad de Francisco.

Una encuesta realizada por el Pew Research Center el 2 de octubre encontró que el 62 por ciento de los católicos en Estados Unidos creen que el Papa está llevando a cabo una labor “apenas justa” o “mediocre” en cuanto a su manera de abordar el problema.

Cuando le preguntaron esta semana si los escándalos recientes ponían en riesgo al sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general de la asamblea, dijo que “no veía ningún obstáculo”. El sínodo, comentó, podría mostrarles a los jóvenes de qué se trata la Iglesia en realidad.

“Hablando francamente, creemos que esta es una oportunidad para que demostremos quiénes somos y para que la Iglesia se conozca no solo por los que han fallado o provocado escándalos”, les dijo a los reporteros.

“Siempre se ha dicho que la Iglesia es tanto santa como pecadora”, agregó.

En el pasado, Francisco ha culpado al clericalismo por permitir que se agudizaran los casos de abuso sexual. Además, en su discurso inaugural del sínodo el miércoles, de nuevo señaló “al flagelo del clericalismo”.

“La raíz de muchos males de la Iglesia es la visión elitista y exclusivista de la vocación que interpreta el ministerio recibido como un poder que se ejercerá en vez de un servicio libre y generoso que se dará”, comentó.

“Siempre se ha dicho que la Iglesia es tanto santa como pecadora”.

Horas antes ese día, durante una homilía, Francisco contuvo las lágrimas cuando les dio la bienvenida “por primera vez” a dos obispos provenientes de China continental. Los obispos Guo Jincai de Gengde y Yang Xiaoting de Yan’an estuvieron presentes como resultado de un acuerdo provisional al que se llegó el mes pasado con China respecto a las nominaciones de obispos. “Les damos una muy cálida bienvenida”, dijo Francisco.

El sínodo, que termina el 28 de octubre, enfrenta una misión abrumadora: convencer a los jóvenes de que la Iglesia sigue siendo relevante.

“A menudo escuchamos voces que culpan a los jóvenes por haberse alejado de la Iglesia”, dijo el cardenal Sérgio da Rocha, uno de los organizadores, a los reporteros. “No obstante, muchos de ellos han vivido situaciones que los han llevado a declarar que la Iglesia se alejó de los jóvenes y lo dicen abiertamente. Por eso, debemos preguntarnos si somos una comunidad relevante para los jóvenes en la actualidad”.

El Papa dijo que la Iglesia debía aprender a escuchar a todos, “incluyendo a esos jóvenes que a menudo no se sienten comprendidos por la Iglesia debido a su singularidad y, por lo tanto, no se sienten aceptados por lo que son en verdad, y a veces hasta se sienten rechazados”.

Los medios internacionales han tomado nota, por ejemplo, de la declaración en el documento provisional del sínodo acerca de que algunos “jóvenes de la comunidad LGBT” quieren “experimentar más cuidados por parte de la Iglesia”.

Incluso Katsch, el manifestante, dijo que el sínodo podría ser “una gran oportunidad para la Iglesia”. Los jóvenes que asisten son el futuro, comentó, “no esos ancianos que están a cargo”.

“Deben hablar de cómo quieren construir la Iglesia en el futuro”, concluyó.

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