En Siria, los supervivientes salen del “califato” moribundo de EI

BAGHUZ. Los supervivientes del último reducto del grupo Estado Islámico (EI), al este de Siria, salen cargando pesadas mochilas o cojeando con ayuda de muletas.

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Mientras, las fuerzas antiyihadistas apoyadas por EE.UU. esperan el jueves reanudar la ofensiva contra el último pedazo del “califato”.

El éxodo parece interminable. Día tras día, miles de hombres, mujeres y niños salen del pedazo de territorio aún controlado por los yihadistas en el pueblo de Baghuz, en los límites orientales de Siria.

Algunos son originarios de Siria e Irak y otros de Europa, del Magreb o de otros países extranjeros.

Más de 7.000 personas salieron de Baghuz desde el domingo, indicó a la AFP Adnane Afrine, un portavoz de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza kurdo-árabe que lucha contra el EI con el apoyo de la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos.

Esta afluencia sorprendió a las FDS y las operaciones militares tuvieron que ralentizarse para permitir las evacuaciones.

Pese a ello, las FDS avanzaron lentamente sobre el terreno, reconquistando hace unos días una parte del sector yihadista, que ya solo cubre campos y un campamento informal de “tiendas” a orillas del río Éufrates.

El jueves, los combatientes árabes y kurdos de las FDS lanzan disparos de artillería sobre este reducto del que emergen nubes de humo negro, constató un periodista de la AFP cerca de la línea de frente.

Las FDS esperan ver salir a más personas. Aturdidos, estos supervivientes cuentan el caos.

“Los últimos días fueron horribles. Bombardeos, disparos, tiendas incendiadas”, contó un finlandés de 47 años.

“Excavamos túneles bajo tierra y los recubrimos con sábanas, eso son las tiendas”, explicó a la AFP Abu Mariam, de 28 años.

Entre ellos, los heridos son muchos. Los hombres, pero también niños, huyen con ayuda de muletas. Algunos sostienen en la mano goteros de sangre, otros tienen la cabeza y las piernas vendadas. Todos parecen físicamente quebrados, constataron los equipos de la AFP.

Para identificar a los yihadistas, que serán detenidos, los combatientes de las FDS y las fuerzas de la coalición en el terreno les registran e interrogan.

Las mujeres con niqab negro, cargadas con maletas sobre las que van sus hijos, con pesadas mochilas y hatillos, se ven sometidas a procedimientos similares.

Los periodistas que cubren las grandes batallas contra el EI nunca pudieron presenciar la detención o la rendición de yihadistas, ni la derrota de una organización que sembró el terror con mortíferos atentados en Oriente Medio, en Europa y otras regiones del mundo.

El jueves, una fuente de las FDS afirmó que los yihadistas y sus familias aún presentes en el reducto retrocedieron a sectores cerca del río.

Tras un ascenso fulgurante en 2014, el EI proclamó en junio del mismo año un “califato” en grandes regiones en Siria e Irak. Los yihadistas se apoderaron incluso de grandes ciudades, como Mosul en Irak y Raqa en Siria.

Miles de extranjeros se unieron entonces a los yihadistas. Pero frente a varias ofensivas en los dos últimos años, el territorio de la organización ultrarradical se redujo drásticamente.

Cerca de 58.000 personas, principalmente familias de yihadistas, salieron ya de Baghuz desde principios de diciembre, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Entre estas, más de 6.000 yihadsitas fueron detenidos, según esta fuente.

Los civiles evacuados, entre ellos esposas e hijos de yihadistas extranjeros, son trasladados a campos de desplazados del noreste de Siria.

En especial el de Al Hol, donde decenas de miles de personas viven apiñadas en duras condiciones, denunciadas por las ONG.

“Muchas personas están muy debilitadas o tienen heridas que afectarán para siempre a sus vidas”, lamentó la ONG, destacando la vulnerabilidad “de numerosas mujeres embarazadas y mamás de recién nacidos”.

La pérdida de Baghuz significaría para el EI el fin territorial del “califato” en Siria, tras la derrota en Irak en 2017.

La batalla contra el EI es hoy el principal frente de la guerra en Siria, que causó más de 360.000 muertos desde 2011, en un momento en el que el régimen, apoyado por Rusia e Irán, recuperó el control de casi dos tercios del país.

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