Tenía 49 años, en mayo de 2005, cuando fue desfigurada por su perro. En el momento Isabelle no se percató de la gravedad de lo sucedido, e intentó encender un cigarrillo. “No entendía cómo no podía -comentó tiempo después a la prensa-. Luego observé el charco de sangre y el perro junto a mí, corrí a mirarme en el espejo y allí, disgustada, no podía creer lo que estaba viendo,sobre todo porque no sentía ningún dolor”.
Inmediatamente fue internada, con una sonda para alimentarse,dado que no podía deglutir, además de una cánula para respirar colocada en su boca.
En el hospital, por días no salía de su habitación, turbada al tener que mostrar aquella cara que a ella misma le costaba observar.
El momento crucial, tanto para ella como para la historia de la medicina, llegó pocos meses después, el 27 de diciembre de 2005. Por espacio de 15 horas, decenas de cirujanos, médicos y enfermeras se alternaron alrededor de su rostro, trasplantandola parte desgarrada por las mordidas del perro.
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Encabezaron el equipo profesional el profesor Bernard Devauchelle, jefe del servicio de cirugía maxi-facial del hospital de Amiens, y el profesor Jean-Michel Dubernard, jefedel servicio de urología y trasplante del hospital de Lyon.
Inicialmente, la operación pareció un éxito y tuvo gran eco mediático.
En febrero de 2006, Isabelle Dinoire apareció por primera vez en público, habló, aunque con voz estrecha y mal articulada, y consiguió beber un sorbito de agua.
“Desde el día de la operación, tengo un rostro como todas las otras personas -declaró-. Puedo abrir la boca e ingerir alimentos. De a poco siento mis labios, mi nariz y mi boca”.
Pero con los años, los fuertes fármacos que debía tomar para contrarrestar los riesgos de rechazo debilitaron su organismo, favoreciendo la formación de dos tumores.
Luego, en el invierno pasado, sufrió una fuerte crisis de rechazo, que la privó del uso de sus labios y tras una larga lucha, la mujer finalmente falleció el 22 de abril pasado, en Amiens, pero la noticia fue difundida hoy.