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“No podemos aceptar esta forma de actuar de política de hechos consumados”, declaró el portavoz del gobierno japonés, Yoshihide Suga, subrayando la “seria preocupación” de Japón al respecto. “Exhortamos a China a no hacer gestos unilaterales que alteren irreversiblemente el statu quo y provoquen tensiones”, añadió Suga en una rueda de prensa.
Los chinos están acusados de llevar a cabo enormes operaciones en el mar de China Meridional para transformar arrecifes de coral en puertos e infraestructuras, con el objetivo de ganar terreno sobre el agua -unas 800 hectáreas en los últimos 18 meses, según Washington- y extender así su soberanía.
Según Filipinas, la construcción de una pista de aterrizaje gigante de tres kilómetros sobre una isla reivindicada por China y el gobierno de Manila está acabada “al 75%”, y podría servir de ·base de operaciones para el avituallamiento de barcos y aviones” chinos.
Los filipinos, que iniciarán maniobras navales conjuntas con Japón la semana que viene, reprochan a Pekín que construya “bases militares” que podrían impedir la libre circulación naval y aérea en este mar, una zona estratégica por ser un cruce de rutas marítimas vitales para el comercio mundial y una potencial reserva de hidrocarburos.
El 12 de junio, el Pentágono pidió a China que detuviera la “militarización” y la construcción de estructuras artificiales en la región.
China, cuya expansión inquieta a sus vecinos, considera “indiscutible” su soberanía en esta zona por motivos “históricos y jurídicos”.
En el mar de China Meridional, la principal zonas en disputa son las islas coralinas Spratleys (llamadas Nansha por para Pekín), un archipiélago coralino de 410.000 kilómetros cuadrados reivindicado en parte o en su totalidad por Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunei.
En el mar de China Oriental Japón y China se disputan las islas Senkaku/Diaoyu, administradas por Tokio y reclamadas como propias por Pekín.