En la madrugada del miércoles pasado, un cohete de mediano alcance estalló en el jardín de una casa en la ciudad de Beersheva, hiriendo a una madre, a sus tres hijos y destruyendo casi en su totalidad la construcción de dos pisos.
Normalmente estos ataques se producen en las zonas fronterizas entre Gaza e Israel, siendo los kibbutz vecinos los más afectados por esta situación.
Los kibbutz son comunidades de producción agrícola e industrial y se encuentran diseminados por todo el país.
Conversamos con dos personas que viven en primera persona la situación, David Schvartzman, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel y Lucy Goldman, paraguaya, quien hace 33 años vive con su familia en la ciudad de Beesheva.
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David es residente en un kibbutz muy cercano a la cerca que separa Gaza de Israel, a lo largo de la cual los palestinos realizan cada viernes una protesta violenta, incendiando cubiertas, arrojando piedras, bombas incendiarias y tratado de atravesar la línea de separación física para ingresa a territorio de Israel.
Estos intentos de atravesar o destruir la cerca han sido repelidos por el ejército hebreo, dejando una cantidad cercana a los 200 muertos desde comienzos de año, cuando iniciaron las protestas denominada Marcha del Retorno.
El funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, reparte su tiempo viajando por cuestiones laborales entre su país y Honduras, donde forma lidera un proyecto de cooperación en el sector agrícola entre ambos países.
En Israel vive el kibutz Kfar Aza, a solo dos kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza, un pequeño territorio donde viven dos millones de árabes palestinos, dirigidos por el grupo islámico radical Hamas, calificado como terrorista por los EE.UU., la UE e Israel.
Gaza es una bomba de tiempo y David lo sabe. El lugar donde vive su familia, ha sido blanco frecuente de los ataques desde el otro lado de la frontera y todos, incluidos los más pequeños, están entrenados para reaccionar automáticamente en caso de una alerta.

La madrugada del miércoles 17 de octubre, un cohete estalló en la ciudad de Beersheva, un oasis tecnológico en medio del desierto del Neguev y distante a 40 kilómetros de distancia del kibutz Kfar Aza, hiriendo a una madre y sus tres hijos quienes apenas tuvieron tiempo de llegar al refugio anti-bombas que todas las construcciones por ley están obligadas a tenerla desde la década del 90.
Este ataque ha sido bastante diferente a los demás, comenzando por no la intercepción del proyectil por el sistema de defensa "Cúpula de Hierro", los daños materiales causados y además los grupos que operan en Gaza como Hamas y la Yihad Islámica han salido a negar cualquier vínculo con este hecho, hecho que contrasta con otros ataques, que son celebrados intensamente.

A comienzo de año coincidente con las primeras "Marchas de Retorno", también comenzaron los "cometas incendiarios" desplegados a metros de la cerca fronteriza por los manifestantes palestinos. Algunos de estos cometas con fuego en las colas, caían en zonas de cultivo, generando incendios sin que los residentes de kibbutz vecinos pudieran evitarlo.
La "técnica" fue mejorada y tiempo después aparecieron los globos con explosivos y hasta se han observado pruebas con pequeños dirigibles que al parecer aún no han sido puesto en operación por Hamas.
David nos cuenta que, aunque en esta ocasión no hayan sido blanco del ataque (por el ataque a Beersheva), en otras oportunidades si lo han sido y en la actualidad los mayores daños lo están ocasionando los cometas incendiarios o globos explosivos que han producido pérdidas a los cultivos, bosques y animales, destruyendo alrededor de 4 mil hectáreas lo largo de la línea de frontera, en especial los cultivos de trigo, que está en plena temporada de cosecha.
En Kfar Aza al igual que en casi toda la zona sur de Israel, los residentes tienen entre 15 a 20 segundos para llegar al refugio dentro o fuera de la casa, una vez que escuchen la primera señal de alarma.
Afortunadamente para David y su familia, en esta ocasión no hubo alarmas que pudieran haber alterado la madrugada, pero los equipos de inteligencia de las FDI (Fuerzas de Defensas de Israel) se mantienen alertan y en caso de detectar posible actividad hostil en la zona, se toman las precauciones con toda la anticipación posible.
“Nosotros escuchamos la alarma a las 03:30 de la madrugada y todos fuimos al refugio, así como estamos vestidos. Hace 33 años que vivimos aquí y ya estamos acostumbrados” nos cuenta Lucy Goldman, paraguaya residente en Beersheva y quien junto a su esposo Sergio Gastó, se dedican al comercio en la zona de kibbutz y bases militares.
“El misil cayó en una casa donde estaba la mamá con sus chicos y por suerte ella tuvo tiempo de poner bajo protección a sus hijos dentro del refugio. Los niños dormían en la planta alta de la casa, que quedó totalmente destruida. En Beesheva tenemos entre 45 a 60 segundos de tiempo para llegar al refugio apenas suena la alarma”.

El grupo terrorista Hamas no se ha responsabilizado por el ataque y llama la atención que el proyectil haya podido impactar en una ciudad algo alejada de la línea fronteriza, teniendo en cuenta las medidas de seguridad y protección con que cuenta el país.
Poco tiempo después del ataque a Bersheva, más de 20 objetivos de Hamas en Gaza fueron atacados por aviones israelíes y se estima que al menos una persona ha muerto tras estos ataque.
El gabinete de seguridad de Israel se reunió durante cinco horas para considerar la situación tras el ataque y aun sigue latente la posibilidad de llevar adelante una operación militar a gran escala, en represalia por el ataque de Beersheva y la situación generada por los ataques con cometas y globos incendiarios.
Beersheva es una ciudad que se caracteriza por la presencia de importantes empresas multinacionales vinculadas a tecnología en medio del desierto del Neguev.

Tanto el grupo terrorista Hamas como la Yihad Islámica, otro movimiento radical que opera en Gaza, han negado la autoría del ataque que viene a complicar el esfuerzo que lleva adelante Egipto para un acuerdo de paz más duradero entre el grupo radical e Israel.
De hecho, el jefe de inteligencia de Egipto, Abbas Kamal se preparaba para viajar a Gaza y a Cisjordania para continuar avanzando en un acuerdo duradero pero tuvo que interrumpir su visita tras el ataque.
Previo a este ataque, Israel había suspendido el envío de combustibles para las plantas generadoras de energía en Gaza como represalia por ataques cometidos por palestinos, quienes trataron de destruir con explosivos una parte de la cerca de seguridad para así ingresar a Israel, en una versión más de la Marcha del Retorno, una protesta masiva de palestinos que exigen a Israel la devolución de territorios de los cuales tuvieron que marcharse tras la creación del Estado judío en 1947.
