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Las manifestaciones de los ecologistas franceses coincidieron además, como en otros países, con la conferencia de la ONU sobre el clima COP24, que se abrió esta semana en Katowice (Polonia).
A pesar de la inquietud reinante en Francia por la movilización de los “chalecos amarillos”, unas 17.000 personas manifestaron por la “justicia climática en París (25.000 según los organizadores), es decir un poco más que en la anterior marcha del mes de octubre.
El desfile, con numerosos lemas ecologistas, fue pacífico en su mayoría.
“Chalecos amarillos, chalecos verdes, unidos por la misma cólera” era uno de los lemas coreados en este desfile.
Pero en realidad hay un punto esencial que separa a ambos movimientos, uno alternativo y ecologista, el otro desorganizado y de tonos populistas.
El movimiento de los “chalecos amarillos” fue lanzado espontáneamente en octubre por franceses a través de las redes sociales, descontentos con el alza de los combustibles, entre ellos el diésel, esencial para el transporte en la Francia sin acceso a los transportes públicos.
Ese alza de las tasas al combustible es uno de los puntos del plan de transición ecológica del gobierno del presidente Emmanuel Macron, adalid del Acuerdo de París, firmado en 2015 para combatir el cambio climático.
En Lyon fueron 7.000 manifestantes, en Marsella 10.000, según la policía.
“Era impensable anular esta marcha. Era importante que hablemos de los problemas del fin del mundo y del fin de mes, es lo mismo” dijo a los manifestantes en París Elodie Nace, portavoz de Alternatibe, una oenegé que convocó el desfile.