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“Este descarte de las personas constituye el retroceso y la deshumanización de cualquier sistema político y económico:los que causan o permiten el descarte de los otros –refugiados, niños abusados o esclavizados, pobres que mueren por la calle cuando hace frío– se convierten ellos mismos en máquinas, sin alma”, afirmó Francisco, al recibir en audiencia a la Global Foundation.
Además aceptan “implícitamente el principio de que también ellos, antes o después, serán descartados. Esto es un bumerán, pero es la verdad, antes o después serán descartados, cuando ya no sean útiles a una sociedad que puso en el centro al dios dinero”.
El Papa recordó que ya en 1991 Karol Wojtyla comprendió que el capitalismo “no era el modelo a proponer para los que buscaban el camino del verdadero progreso económico y social”. “Lamentablemente, los riesgos temidos por San Juan Pablo II se realizaron ampliamente”, subrayó Francisco, observando que hay una “escasa o nula consideración por los fenómenos de la marginación, la explotación y la alienación humana”.
La nueva y fuerte denuncia del Papa fue en la audiencia concedida en la Sala Clementina a los miembros de la Global Foundation, reunidos en Roma bajo el lema “Juntos nos comprometemos por el bien común global”.
Francisco recordó los “muchos esfuerzos de individuos e instituciones para sanear los males producidos por una globalización irresponsable”, entre ellos los de la Madre Teresa de Calcuta, que “es un símbolo y un icono de nuestros tiempos, de algún modo resume y representa tales esfuerzos”.
“Esta es la primera actitud que puede llevar a una globalización solidaria y cooperativa. Sobre todo es preciso que cada uno, personalmente, no sea indiferente a las heridas de los pobres”, reclamó.