“La gente ’huele’, porque el pueblo de Dios tiene olfato, la gente huele y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, a los manipuladores, a los defensores de causas propias, a los difusores de vanas cruzadas”, agregó. “Más bien busquen secundar a Dios, que ya se introduce aunantes de sus llegadas”, recomendó el Papa en su discurso en la sala Clementina del Vaticano.
El curso es organizado por la Congregación para los Obispos y la de las Iglesias Orientales, y en esta ocasión los participantes celebran su jubileo. En la audiencia estuvieron acompañados por el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, quien saludó al Papa e informó que el cardenal Leonadro Sandri, prefecto de las Iglesias Orientales, no estaba presente por hallarse en una reunión ecuménica con exponentes ortodoxos.
Como siempre que se reúne ante grupos de obispos, también hoy Jorge Bergoglio pronunció un discurso muy articulado, fuerte, por tramos poético en sus imágenes y anclado en figuras dela Biblia, pero también pragmático y muy concreto en su conjunto. En la primera parte diseñó la vocación de pastor, a partir del “estremecimiento” que suscitó en cada uno y que -recomendó- nunca hay que olvidar: curas y obispos fueron “pescados por el corazón de Dios para guiar a su pueblo santo”.
La relación con el “pueblo” y “la grey” fue muy subrayada por el pontífice, junto con la pertenencia de los pastores y el pueblo a la Iglesia. “El único tesoro que les ruego no dejar que se oxide en ustedes es la certeza de que no están abandonados a su sola fuerza. Son obispos de la Iglesia, participan de un único Episcopado, miembros de un Colegio indivisible, sólidamente injertados como humildes sarmientos en la vid, sin la cual nada pueden hacer”.
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En la segunda parte, Francisco reflexionó en cambio sobre cómo “hacer pastoral la misericordia”, sugiriendo luego tres “recomendaciones”: “Sean obispos capaces de encontrar y atraer”, “sean obispos capaces de iniciar a aquellos que les fueron confiados”, y “sean obispos capaces de acompañar”. Tras el pasaje sobre el mundo cansado de los encantadores -agregando sin haberla preparado la cita de los curas y obispos “a la moda”- el Papa pidió obispos “capaces de encantar y atraer”, pero “no se trata sin embargo de atraerse a símismos, el mundo está cansado de encantadores mentirosos”.
“Veo el mundo hoy -subrayó Francisco- como un confuso Samuel, necesitado de quien pueda distinguir, en el gran ruido que perturba su agonía, la voz de Dios que lo llama”. El pontífice exhortó también a no dejarse convencer de que Dios fue “eliminado” y criticó a los obispos que se quejan: “Las quejas de los obispos son feas”, mientras “Dios no se rindenunca”.
Nuevos elementos subrayados por el Papa: la “unicidad” de todo fiel y el “no dejar nada sin intentar” para alcanzarlos a todos, y la necesidad de recuperar recorridos de “iniciación”. “Hoy se pide demasiado fruto de árboles que no fueron lo suficientemente cultivados”. Un subrayado importante sobre lo concreto de la misericordia, que “fascina”, sobre el “reumatismo del alma” que impide “inclinarse, tocar la carne herida”.
