Pero, Francisco alertó que la vía de la paz pasa también “por superar el virus de hoy: el paganismo de la indiferencia”.
Las víctimas de la guerra que se escapan de sus tierras “se encuentran demasiadas veces con el silencio ensordecedor de la indiferencia, con el egoísmo de a quienes fastidian, la frialdad de los que apagan su grito de ayuda con la misma facilidad con la que cambian un canal de televisión”.
La advertencia para todos, sin excepción, fue lanzada por Francisco durante la Jornada por la Paz organizada por la Comunidad de San Egidio, la Familia Franciscana y la Diócesis de Asís.
Alrededor de quinientos invitados arribaron a esta ciudad donde nació San Francisco, el “Santo de los pobres”, para afirmar que “la paz es posible”.
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Todos, cristianos, judíos, musulmanes, budistas, sintoístas, taoístas, los fieles de las religiones de la India, los representantes de todas las religiones del mundo, lanzaron juntos una apelación para poner la palabra “fin” a la guerra, alterrorismo y a la violencia.
“Quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no caminan por nuestro camino”, se lee en la apelación a la Paz que se difundió hoy con la firma de todos los líderes religiosos presentes, encabezada por el Papa Francisco.
El Papa, con su reiterada convocatoria a superar la indiferencia, llamó a todos a asumir la responsabilidad, “porque alejarse del otro no es posible para ninguno”.
Ya durante la mañana en la Misa de Santa Marta, antes de volar a la región de Umbria, había reclamado que todos hoy se “unan en la oración”, después de haber escrito una carta a los obispos.
“Necesitamos ir más allá de las divisiones de la religiones”, hasta que se sienta “la vergenza de la guerra y sin anteponer el oído” al grito de dolor que los que sufren.
“No existe un Díos de la guerra”, afirmó el Pontífice.
Y si las guerras empujan a las personas heridas a buscar las orillas de la esperanza, la “acogida” de esos prófugos es una forma de decir “paz”. El pensamiento de Francisco constituye una vuelta más para los Refugiados. Los llevó a comer con él, escuchó el testimonio de una mujer fugitiva de Aleppo, pronunció su llamamiento por la paz, y recogió a una niña de Siria durante su visita a Lesbo, que incorporó al vuelo Papal de regreso a Roma.
Todos escapan de las bombas. Y el Papa se dirigió a quienes no conocen estas situaciones y concentran su miedo en losatentados.
“Nosotros a la guerra no la vemos” y “nos asustamos” por “cualquier acto de terrorismo” pero “esto no tiene nada que ver con aquellos que sucede en esos países, en aquellos países, en aquellas tierras donde día y noche las bombas caen y caen” y “asesinan niños, ancianos, hombres y mujeres”.
Un día histórico se vivió en Asís con la presencia deFrancisco y treinta años después de la primera jornada de oración por encargo de San Juan Pablo II.
Y aquí también hay testigos de aquel lejano 1986. Para el Papa el día comenzó con el Sacro Convento con cientos de manos que fue estrechando de los religiosos arribados desde todo elmundo.
A continuación, se sucedieron algunos encuentros personales del Papa: con su amigo, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el primado anglicano de Justin Welby y el patriarca ortodoxo sirio Efrén II. También se entrevistó con el rabino David Rosen y entre los musulmanes se reunió con Din Syamsuddin, Indonesia, Presidente de la Asociación de Académicos Musulmanes.
Todos han recogido este “espíritu de Asís” de Bartolomé que ha invitado a “aislar el fundamentalismo” entre los teólogos del Islam teólogo y llamó a los musulmanes “a mostrar el verdadero rostro de la fe”. La amistad entre el Papa y el mundo judío se expresó en un abrazo fraterno con el rabino argentino Abraham Skorka, amigos de toda la vida que comparten esta “aventura” del diálogo interreligioso desde que Francisco era el Arzobispo de Buenos Aires.
Y luego, en la primera fila estaban los organizadores que creía firmemente en esta apuesta. El fundador de San Egidio (la Comunidad a la vanguardia desde hace treinta años en este caminode diálogo), Andrea Riccardi, quien ha destacado que “nada se pierde con el diálogo”. En Asís hoy “vemos la paz en el corazón de muchas religiones y de las personas y es reconfortante para aquellos que tienen sed de paz: pueblos en guerra huyendo de la violencia o el terrorismo, prisioneros, torturados, madres que ven sufrir a sus hijos, pobres y empobrecidos por la guerra”. En este contexto, “las religiones son de hecho fuente de esperanza para los que tienen hambre por la paz”, aseveró.
El custodio del Sacro Convento, el padre Mauro Gambetti, ya había invitado esta mañana a compartir “el valor profético del encuentro que hoy depende de lo que cada uno de nosotros va a hacer mañana”.
