Protesta ciudadana contra Macron en toda Francia

PARÍS. El presidente francés, Emmanuel Macron, se enfrenta este sábado a una movilización ciudadana liderada por el grupo de los “chalecos amarillos”, automovilistas exasperados por el alza de los precios de los carburantes.

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La protesta se ha visto empañada por la muerte de una de las participantes. Una manifestante murió este sábado en los Alpes, en el transcurso de la protesta, tras ser arrollada por una conductora que entró en pánico después de que los manifestantes golpearan su coche, indicó el ministro de Interior, Christophe Castaner.

En toda Francia se han producido más de 1.000 acciones que han contado con la presencia de 50.000 personas, según informó el ministro. Sin embargo, a primera hora de la mañana ninguna localidad ni centro económico había sido bloqueado por completo.

“La policía nos bloquea por diferentes lugares, pero vamos a lograr encontrar los puntos de entrada a la autovía de circunvalación para ralentizar allí el tráfico”, prometió en París Steve, un taxista de 31 años.

Los “chalecos amarillos” —en referencia a las prendas fosforescentes que debe utilizar todo automovilista en caso de incidente en Francia para tener una mayor visibilidad— protestan contra el alza del precio de los carburantes, un impuesto ecológico, pero también contra la política “injusta” del gobierno, que limitaría, según ellos, el poder de adquisición.

De momento, no está claro qué amplitud tendrá la protesta, ya que el movimiento es en gran medida espontáneo. “Es apolítico, asindical ¡es el hartazgo general del pueblo!”, resumía el viernes Kévin Dujardin, de 27 años, un “chaleco amarillo” que arengaba a sus compañeros de combate en un aparcamiento de Calais (norte) preparando las acciones de este sábado.

El gobierno francés, visiblemente preocupado, multiplicó en los últimos días tanto amenazas como gestos de simpatía. “Se puede manifestar”, pero bloquear un país “no es aceptable”, repitió el viernes el primer ministro, Edouard Philippe.

El miércoles, el gobierno anunció un alza de las ayudas a los bolsillos más modestos para cambiar los vehículos y pagar las facturas energéticas. El mismo día, el presidente Emmanuel Macron pronunciaba un inédito mea culpa, al admitir que no ha conseguido “reconciliar al pueblo francés con sus dirigentes” y prometiendo una “reconciliación entre la base y la cúspide”.

“Descontento general” 

Este movimiento de protesta llega tras un año difícil para el mandatario, con múltiples manifestaciones contra su amplio plan de “transformación” de Francia, que no lograron detener su ímpetu reformador.

Se suma además la baja tasa de popularidad de Macron, por debajo del 30%, el menor nivel desde su elección en 2017. Los “chalecos amarillos”, en cambio, cuentan con el apoyo de 73% de los franceses, según el instituto de opinión Elabe. “Un 54% de los electores de Macron apoyan o tienen simpatía por este movimiento. No es anodino”, señala Vincent Thibault, encargado sénior de estudios en el instituto.

“Es desde ya un éxito en términos de opinión”, concluye Jérôme Sainte-Marie, presidente de PollingVox, otro instituto de sondeos. “Sean unos pocos miles o millones, lleguen o no a bloquear el país, los “chalecos amarillos” han ganado”, afirma el diario Le Parisien. “Han recordado a nuestros dirigentes que (...) la fiscalidad ecológica (...) está condenada al fracaso si descuida la realidad cotidiana a la que se supone que debe ayudar” .

Para el politólogo Sainte-Marie, “es una protesta más peligrosa que las anteriores porque tiene capacidad de difusión entre cuatro quintas partes de la sociedad: todos los que toman sus vehículos y quienes tienen ingresos modestos”.

“Emmanuel Macron tiene grandes dificultades frente al pueblo central, el francés medio, que no tiene la impresión de ser querido por Macron: encarna una forma de élite parisina, social e intelectual”, explica el experto. “La imagen del presidente de los ricos sigue estando muy presente. Le cuesta librarse de ella”, resume Vincent Thibault.

El movimiento de los “chalecos amarillos”, que aúna descontento y frustración, es también “consecuencia de acusaciones, de la acumulación incesante de ciertas frases, como cuando habló de las ’personas que no son nada’”, considera Sainte-Marie, en referencia a una de las ocurrencias habituales del presidente francés. “Una estación de tren es un lugar en el que uno se cruza con personas que tienen éxito y con personas que no son nada”, dijo Macron en julio de 2017, generando conmoción. El alza del precio de la gasolina no es más que un “elemento desencadenante”, señala Vincent Thibault. “El descontento es más general”, considera.

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