Reporteras populares, indígenas bolivianas que se atreven a alzar la voz

EL ALTO. “He perdido el miedo viniendo aquí”, sentencia Julia Pacasi, una aimara boliviana que se formó como reportera popular en un centro que busca que los indígenas del altiplano de La Paz, en particular mujeres, ejerzan su derecho a la palabra.

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“He perdido el miedo viniendo aquí, el miedo se fue”, sentencia Julia Pacasi, una aimara boliviana que se formó como reportera popular en un centro que apunta a que los indígenas del altiplano de La Paz, en particular las mujeres, ejerzan su derecho a la palabra.

Pacasi es ahora una de las locutoras de la radio local Atipiri (vencedor, en aimara), que pasó primero por el programa de formación de reporteras populares del Centro de Educación y Comunicación para Comunidades y Pueblos Indígenas (Cecopi).

El Cecopi y la radio fueron fundados en 1997 en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, por el exministro de Educación y comunicador aimara Donato Ayma, fallecido en 2016, con el fin de “aportar a que los pueblos indígenas puedan ejercer su derecho a la comunicación”, explicó a Efe el actual director del centro, Mario González.

El centro está en la zona de Senkata, una de las más pobres y alejadas de El Alto. A partir de 2009, empezó a estructurar y ejecutar proyectos para que las mujeres “puedan formarse como reporteras populares ” , para que “puedan tener el ejercicio de la palabra en todos los espacios en los que ellas participan”, indicó González. Los cursos incluyen contenidos sobre comunicación radiofónica y derechos de las mujeres, porque el Cecopi busca que puedan comunicarse pero además que sepan que tienen derecho a vivir sin violencia, agregó.

Desde su lanzamiento, unas 1.200 mujeres se han formado como reporteras populares, en una experiencia que González calificó de “bastante gratificante”, porque han constatado que el manejo de la comunicación radiofónica les permitió “perder el miedo a hablar”. Una vez superado ese temor, algunas se han quedado como reporteras y otras asumieron cargos públicos o son dirigentes de organizaciones sociales, remarcó el director del centro.

“La combinación de capacitar a las mujeres en comunicación radiofónica no sólo nos arroja como producto mujeres reporteras, sino mujeres empoderadas que pueden ejercer, demandar, presionar por el ejercicio de sus derechos en espacios de mujeres, pero también en espacios mixtos”, aseguró González.

En Bolivia ha habido avances legislativos para que los derechos de las mujeres sean respetados, pero aún así persisten la violencia y la discriminación, sobre todo hacia las indígenas. Nacida en la provincia paceña de Pacajes, Julia Pacasi vive en El Alto desde hace 20 años y recuerda a Efe que sus padres, aimaras como ella, solían decirle “que las mujeres no podíamos estudiar”.

Un día escuchó en la radio la convocatoria al curso de reporteras populares y decidió acudir, lo que le permitió descubrir “que las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres”. “Donde yo crecí me privaban, porque decían que los varones no más pueden hablar, o ser profesionales, y que por el hecho de que somos mujeres nos debemos dedicar a ser amas de casa, conseguirnos una pareja y dedicarnos a cuidar a los hijos. Pero no había sido así”, sostuvo Pacasi.

Elena Miranda, otra locutora de Atipiri formada en el Cecopi, recuerda cuando llegó a El Alto en 1987 procedente de la localidad de Warisata, en el altiplano paceño. “Me vine aquí porque yo quería estudiar. Mi mamá, mi papá, no querían hacerme estudiar. Ellos me decían 'vas a criar animalitos, vas a vender para tu ropita'. Por eso me vine aquí ” , contó a Efe Miranda, quien antes de ser reportera fue trabajadora doméstica y albañil. Cuando se enteró sobre los cursos para ser “ radialista”, como se las conoce, confesó que se acercó al Cecopi con el “temor” de que no le permitieran tomarlos porque llevaba polleras, las faldas amplias parte de la vestimenta típica de las indígenas aimaras bolivianas.

“Me dijeron que podía venir. En 2012 me he capacitado, no sabía de todo lo que he aprendido en esta radio, de la autoestima, de género, de derechos humanos”, explicó. Miranda quiso ser reportera porque cuando participaba en marchas por alguna reivindicación los medios no entrevistaban a personas como ella, sino que buscaban sólo a “ los dirigentes varones”.

Su vida, al igual que la de Pacasi, dio un giro después de formarse como reportera, pues ahora ambas se desenvuelven sin temor, hacen entrevistas, envían despachos a la radio y comparten en sus comunidades sus conocimientos sobre los derechos de las mujeres. La ventaja de contar con la radio es que las reporteras hacen sus prácticas allí mismo, en el idioma en que se sientan más cómodas, pues las transmisiones son en aimara y castellano, indicó González.

Los cursos son gratuitos, pues se financian con apoyo de la cooperación internacional, sobre todo de la embajada de Suecia. El Cecopi organiza unos cuatro cursos para reporteras al año, a veces en El Alto y en otras ocasiones en las provincias, pero también ofrece formación técnica en áreas como peluquería o repostería. 

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