Tabaré Vázquez asume en Uruguay

MONTEVIDEO. Bajo la sombra de la fama alcanzada por José Mujica, Vázquez asume la presidencia de Uruguay con el reto de mantener la expansión económica, avanzar en bienestar social y llevar marihuana a las farmacias, una herencia incómoda para el médico.

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Como hace cinco años, Mujica y Vázquez protagonizarán el cambio de mando pero esta vez será el médico el que reciba la banda en manos del popular “Pepe”, iniciando así el tercer mandato de izquierda en la historia del país. “Creemos que sabemos de qué se trata, de cualquier manera crea expectativas”, dijo un sonriente Vázquez a los periodistas que aguardaban frente a su casa.

Primer presidente de izquierda (2005-2010) de este país sudamericano de 3,3 millones de habitantes, Vázquez llega a la presidencia “como hace diez años, decidido a concretar”, según el politólogo Adolfo Garcé. “A veces uno siente temor que un presidente más veterano, que ya se sacó las ganas del cargo presidencial, tenga pocas energías (...) y eso no pasa con Vázquez”, dijo Garcé a radio Uruguay.

La capacidad ejecutiva de este oncólogo, empresario y masón de 75 años, quedó demostrada pocos días después de vencer en segunda vuelta al centroderechista Luis Lacalle Pou -con el 53,6% de los votos- al anunciar a su gabinete sin consultar a Mujica ni respetar cuotas políticas.

Este domingo adelantó que esta noche anunciará las primeras disposiciones de su gobierno, que incluirán mejorar la gestión de gobierno, crear un sistema nacional de cuidados y un impuesto a las grandes extensiones de tierra.

Mujica, un exguerrillero que deja el cargo con una popularidad superior al 60%, resultó el senador más votado por lo que seguirá incidiendo en la política interna en los próximos cinco años. “A Vázquez le pesa la fama de Mujica”, comentó a la AFP el doctor en Ciencia Política Jorge Lanzaro. “Es un contraste permanente, una rivalidad bastante sorda y a veces no tan sorda, que ha sido objeto de algunas expresiones críticas por parte de Vázquez acerca de la forma de hablar de Mujica y hasta la forma de vestirse”.

Ese lenguaje coloquial, sumado a un fuerte discurso anticonsumista y un espíritu negociador, que junto a la legalización del cannabis puso en el foco mundial al exguerrillero, contrasta con el estilo sobrio y la gran voz de mando que reivindica Vázquez. Mujica “es toda una figura importantísima en el contexto nacional e internacional” , admitió el domingo Vázquez, asegurando siempre tuvo “un relacionamiento muy fraterno y va a seguir siendo igual”. “Tiene que ser un punto de referencia de primer orden”, sostuvo.

Varios mandatarios latinoamericanos -entre los cuales Dilma Rousseff, de Brasil, Michelle Bachelet, de Chile, o Raúl Castro, de Cuba- llegaron a Montevideo para asistir a las ceremonia de cambio de mando, a la que faltará la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, cuyo gobierno ha tenido rispideces con el uruguayo. El vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden y el mandatario venezolano Nicolás Maduro cancelaron su participación a último momento.

A diferencia de Mujica, Vázquez recibirá el gobierno sin el celebrado “viento de cola” que en los últimos años le imprimieron a la economía local los altos precios de commodities como la soja y la carne y la expansión de la región. Tras doce años de crecimiento económico ininterrumpido y desempleo en niveles históricamente bajos, la economía uruguaya deberá sortear un contexto regional en el que sus dos gigantes vecinos Argentina y Brasil muestran signos de desaceleración.

Contener la inflación, que supera en más de un punto el rango meta del gobierno (3% a 7%) y mantener en línea un creciente déficit fiscal serán los desafíos de Vázquez y su equipo económico, que, como en la última década, será liderado por el vicepresidente de Mujica, Danilo Astori.

Tras la concreción, en el período de Mujica, de viejas aspiraciones de la izquierda, como la despenalización del aborto, a la cual Vázquez se opuso durante su gestión, y la legalización del matrimonio homosexual, el entrante presidente deberá encargarse de mejorar la educación y una deteriorada infraestructura y poner en marcha la venta de marihuana bajo control estatal.

El autocultivo de marihuana y los clubes cannábicos ya están operativos. El responsable de que este fuera el primer país en Latinoamérica libre de humo de tabaco tendrá además que enfrentar la fase final del litigio que la multinacional tabacalera Philip Morris entabló en 2010 contra el Estado uruguayo.

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