Tensiones en el mar de Azov en quinto aniversario de revolución en Ucrania

MOSCÚ. Las tensiones entre Rusia y Ucrania en el mar de Azov se han disparado coincidiendo con el quinto aniversario de la revolución europeísta en Kiev que provocó la práctica ruptura de sus relaciones.

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Mientras los ucranianos recordaban el estallido de las protestas que acabaron con el Gobierno prorruso -el “Euromaidán” -, Moscú acusó hoy a Kiev de “instigar la tensión” en el Azov con el arresto de los buques que atracan en Crimea y de intentar convertir un desacuerdo bilateral en un contencioso internacional.

En respuesta, Kiev recriminó a Moscú el haber bloqueado sus puertos -Mariúpol y Berdiansk- tras la construcción en mayo del puente de 19 kilómetros que une la península anexada por Rusia con el resto del país a través del estrecho de Kerch.

Enfrentados ya por la anexión rusa de Crimea y el conflicto armado con los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, la tensión ha atraído la atención de la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN, que no han dudado en tomar partido en favor de Kiev.

La UE ha ofrecido ayuda a Kiev y el Parlamento Europeo ha amenazado a Moscú con nuevas sanciones en caso de una escalada, mientras la OTAN ha condenado abiertamente la nueva manifestación de la “guerra híbrida rusa”, e EE.UU. incluso se ha mostrado dispuesto a suministrar armamento a Ucrania.

“Rusia advierte de que toda la responsabilidad por un posible agravamiento de la situación en la zona acuática de Azov-Kerch reside en Ucrania y los Estados que apoyen sus acciones provocadoras”, respondió la Cancillería rusa en un comunicado.

Además, Rusia ya ha asegurado que no permitirá nunca la entrada en el Azov de buques aliados procedentes del mar Negro, precisamente uno de los argumentos que motivaron la anexión de Crimea.

Por el momento, ambas partes se limitan a declaraciones incendiarias, pero algunas voces en Kiev, como la del general Ígor Romanenko, antiguo subjefe del Estado Mayor del Ejército ucraniano, advierten de que el Azov es el “tercer foco” de tensión que puede llevar “a una guerra entre Ucrania y Rusia”.

“A pesar de las declaraciones de Kiev y Bruselas, Rusia no está ampliando su presencia militar en el mar de Azov. Las fuerzas allí desplegadas se utilizan en su mayor parte para proteger el puente de Crimea”, replicó Moscú, aunque los ucranianos cifran en más de un centenar las embarcaciones militares rusas en la zona.

Las tensiones en el Azov, un mar interior que comparten rusos y ucranianos, comenzaron con el tendido del puente de Crimea, el primer paso de lo que Kiev considera la futura anexión de toda la región, incluidas las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk.

El bloqueo de los puertos ucranianos sería el instrumento del Kremlin para ahogar económicamente la zona de Donetsk bajo control ucraniano.

Kiev considera que la guardia fronteriza rusa dependiente del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) dilata especialmente los controles, en lo que considera, de facto, un bloqueo de los puertos ucranianos.

En cambio, Moscú niega “el deseo de ejercer una presión política o económica sobre Ucrania, como intentan presentarlo Kiev, Washington o Bruselas”, y vincula la campaña antirrusa con la necesidad del presidente ucraniano, Petró Poroshenko, de asegurarse la reelección en marzo de 2019.

El propio Ministerio de Exteriores ruso admitió que, por motivos de seguridad, Moscú ha incrementado desde abril las inspecciones de los buques que quieren adentrarse en el mar Negro pasando bajo el puente de Crimea.

Aunque aduce que casi la mitad (48%) de las embarcaciones registradas desde abril tenían bandera rusa, las inspecciones no suelen durar más de tres horas y se efectúan cuando los barcos se adentran en el canal de Kerch y nunca en alta mar.

Por ese motivo, Kiev se plantea revisar toda la base legal de la cooperación con Rusia, incluido el acuerdo sobre la cooperación en aguas de dicho mar y en el estrecho de Kerch, firmado en 2003.

Mientras, el Kremlin se basa en dicho acuerdo, en el derecho internacional y en la “reunificación de la península de Crimea y (el puerto de) Sebastópol” con Rusia para justificar sus acciones, argumentos que para Kiev y Occidente no son de peso.

En respuesta a las sospechas de militarización, Rusia acusa a Ucrania de cerrar continuamente zonas del mar para hacer prácticas de tiro y de anunciar la construcción de una base naval en Berdiansk, aunque militares ucranianos ya han admitido que Kiev no tiene fondos para ello.

Moscú considera que las actuales tensiones comenzaron en marzo, cuando fue apresado en alta mar el buque con bandera rusa Nord, cuyo capitán aún está retenido en Ucrania, al igual que el de un barco ucraniano detenido en mayo como medida de represalia, según Kiev.

En cuanto a una posible revisión ucraniana del estatus del mar de Azov, Rusia advirtió de que “no reconocerá” una demarcación unilateral de la frontera.

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