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Déjenme que les cuente aunque no sea su pariente, el Presidente reconoció, si bien luego se disculpó frente a la gente, que en junio del 2012 en el Paraguay hubo un golpe de Estado.
Al arribar de su visita a Israel, consultado sobre el juicio de la masacre de Curuguaty, refirió que “no estuvo en el Gobierno de aquel tiempo y tampoco en el que asumió después del golpe”.
¿Será que leyó mal porque no tenía lente, que mucho le dolía un desgastado diente o que acostumbra a mentir entre la gente decente? De la reacción de ese mismo muy complaciente contingente, él está pendiente como corresponde a un alto dirigente, observando con atención que la cosa no se ponga caliente dada su justificación carente.
¿Acontecerá finalmente que simplemente fue un desliz nada feliz, muy alarmante y contundente?
Aníbal Reinaldo Pangrazio