Alimentos peligrosos

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El impactante hecho viralizado a través de las redes sociales sobre la manipulación y almacenamiento de alimentos de consumo masivo de una conocida empresa gastronómica, debe ser la punta del ovillo para iniciar un proceso de control permanente de todo lo referente a las condiciones higiénico sanitarias de los locales de expendio de estos productos que finalmente son destinados para la venta y en este caso puntual, pone en peligro la salud de una enorme cantidad de compatriotas, creando una sicosis generalizada en torno a la calidad y eficiencia de los locales del ramo.

En un rápido análisis se abre la incógnita de quién o quiénes son los responsables de la puesta en funcionamiento de estos comercios, ¿será el Ministerio de Salud Pública o las municipalidades respectivas a través de sus departamentos de higiene y salubridad? Sea cual fuere a quien corresponda, esta irresponsabilidad expone a los consumidores a un tremendo riesgo de contraer alguna que otra enfermedad infecto contagiosa que conlleve un problema social de consecuencias sumamente graves.

El órgano contralor está en la imperiosa necesidad de dictar ciertas normas higiénicas (o ponerlas en práctica si cuentan con las mismas) como por ejemplo las condiciones del local, manipulación correcta de los alimentos, almacenamiento adecuado y fundamentalmente, las personas encargadas de estos menesteres constate ausencia de enfermedades transmisibles y mantenga un hábito higiénico que garantice un producto libre de contaminación en salvaguarda de la salud de sus potenciales clientes.

El golpe recibido por esta conocida empresa ha sido fulminante, obligando a los propietarios a dejar sin fuentes de trabajo a humildes compatriotas creando un dilema social ante las necesidades básicas insatisfechas de los afectados directos. Podemos abrigar a partir de ahora que las instituciones encargadas de hacer cumplir las reglas higiénicas se desperecen e inicien un proceso de control continuo de los locales expendedores de alimentos, efectuar una capacitación correcta al personal y exigir al propietario certificados de aprobación para ejercer la profesión con los requisitos básicos habilitantes.

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El ciudadano tiene una particularidad: cuando los medios de prensa divulgan estas y otras informaciones que impactan en su momento, se escandaliza; sin embargo, rápidamente se diluye y en un corto tiempo todo transcurre de nuevo como si fuere normal, volviendo al mismo círculo mediático vicioso. Debemos cambiar de actitud, están los recursos humanos y económicos con fuerte presupuesto para cumplir con su rol y la ciudadanía debe exigir que estos funcionarios, empleados del pueblo, pongan el sello de garantía en pro de la salud pública de nuestro país.

Hilario Ramón Alonso Arrúa