¿Cuánto es el sueldo de tu gobernante?

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Que esta pregunta no tenga respuesta no significa que no se cumplan los valores democráticos de accesibilidad a la información y transparencia pública, sino que, más que nada, significa que los gobernantes se transformaron en señores feudales simbólicos, que con tal “derecho adquirido” (o al menos cedido, por la omisión o complicidad de una sociedad que está en otra cosa) empiezan a hacer lo que se les plazca.

El gobernante que no da a conocer cuánto es su sueldo, no sólo se aprovecha, abusa y sodomiza a una sociedad empobrecida en todos los sentidos (material, moral, educativo y político) sino que además está reconociendo, implícitamente que prefiere estar al margen de las disposiciones de las democracias de calidad o de lo esencial de la democracia en sí misma.

No debe haber algo más triste que tener gobernantes que no saben gobernar, es decir que no tienen noción de lo que conceptualmente esto significa gobernar. Lamentablemente son muchos, dado que son el claro, o el caro y fiel reflejo de una sociedad cuyo único valor sagrado que respeta es el de la acumulación de bienes. Así estamos, así nos va.

Ya lo sabe, si su gobernante (sea Presidente, Gobernador, Intendente, Alcalde o lo que fuese) no le dice abiertamente cuánto le paga usted como parte del pueblo que gobierna, es básicamente porque usted con su inacción, con su silencio, se lo permite en grado de complicidad. No se queje después sí el dinero no le alcanza o sí sus sueños materiales se hacen añicos a medida que más los desea.

Usted está dejando que lo traten como un número, de los que dan vergüenza, por ello se lo oculta, dado que no significa nada más que una cosa, un objeto, una ficción (nada más ficticio que un número) de lo contrario le darían razones, explicaciones, argumentos, conceptos, palabras. Sin embargo al dejarse tratar como algo que no existe, que solo tiene entidad en un papel, en una estadística no hace más que ser funcional a los que son dueños de su vida, de su libertad, de sus pensamientos, de sus esperanzas, de sus fantasías y por sobre todo de sus miedos y temores.

Francisco González

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