A los paraguayos nos agradaría que los partidos políticos paraguayos, prestos para opinar sobre reelecciones, subsidios a sus organizaciones y cosas banales o particulares que preocupan solo a sus referentes principales, emitan públicamente en extensos comunicados escritos, sus impresiones fundamentales sobre lo sancionado por la Justicia de este país, con relación al debido proceso judicial y a las penas a campesinos, vinculados con la masacre de Curuguaty registrada el 15 de junio del 2012.
Pese a que algunos dicen que solo para condenar a inocentes sirvió esa punición, su alcance fue profusamente superior, pues sirvió para aleccionar a otros agricultores pobres y desprotegidos a no luchar por mejorar sus inmerecidos destinos, poniéndoles bestiales bozales para que afecten sus aparatos pulmonares o traqueales. Igualmente, para que al común de la gente les engendre dolores abdominales nada accidentales.
Valió, además, para que los angustiados terratenientes locales y extranjeros, especialmente aquellos que se han hecho de áreas importantes de tierras durante la paradigmática Reforma Agraria de la última dictadura, desde la divulgación de la condena, puedan vivir más alegres y tranquilos, y conciliar el sueño durante las noches pese a que muchos de ellos deberían dormir en celdillas.
¿Es un país de maravillas, aquel que tiene a su gente temerosa y de rodillas?
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Aníbal Reinaldo Pangrazio