No pueden defender a la Nación

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Tristeza, indignación y pesar siente toda la Nación, el terrorismo ya se adueñó de nuestra tranquilidad, de nuestros sueños, de nuestra cotidianidad. Mis pésames para las familias de los militares caídos en tan cobarde masacre y disculpen si les ofende estas palabras pero debo decir que las Fuerzas Armadas no pueden defender a nuestra Nación.

El manto de la corrupción cubre a la otrora gloriosa Fuerzas Armadas de la Nación, hijos indignos del Paraguay utilizan a jóvenes inexpertos como carne de cañón. Los envían a realizar tareas peligrosas en camiones para ganado, cuando los vehículos blindados duermen en Asunción.

La corrupción en su máxima expresión cobró la vida de estas pobres almas, cuyos sueños se vieron truncados por la mezquindad de un grupúsculo que solo quiere quizás acumular más riqueza, quizás acumular más poder, pero como nos han herido mortalmente.

Las Fuerzas Armadas de la Nación no pueden defendernos. El Comandante en Jefe de estas fuerzas no puede hacer nada, como no pudo evitar las 40 víctimas mortales desde que asumió el mando.

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La mayoría idealizamos que una intervención de las fuerzas militares de Estados Unidos podría ser la solución. Utilizando sus potentes satélites y su tecnología armamentística podría acabar con las ratas del terrorismo con un solo botón. Pero, por otro lado, sospechamos que nuestras propias autoridades no quieren acabar con esas ratas.

Pero, ¿por qué no acabar con el EPP? ¿Por qué no acabar con estas ratas? Las teorías de la conspiración nos dicen que es un negocio. Mientras más zozobra reine más dinero se invertirá para combatir el flagelo, sin embargo, si se acaba con el mal ya no será necesario invertir dinero. Mientras la salud pública se resiente y las escuelas se caen sobre las cabezas de nuestros hijos.

Otra teoría conspirativa vendría del lado político. A quién beneficia este caos. La lógica apunta al excura promiscuo defenestrado, pero, sin embargo, qué posibilidades tiene de volver al mando. Son pocas, aunque se logre torcer la Constitución, o se aparte del gobierno a Horacio Cartes, a través de un juicio político, teniendo en cuenta el tendal de muertos durante su gobierno, muchos más que aquel oscuro Curuguaty.

Pero este caos llevará a nuestra sociedad a buscar desesperadamente la paz perdida y con ese fin puede entregarse a líderes mesiánicos con tal de recuperar lo perdido. El riesgo es total para nuestras libertades y para nuestra vida como República.

Si Cartes no actúa, destituyendo a sus comandantes militares o al ministro del Interior, lo siento, seguiremos enterrando a inocentes

Julio Esquivel