Dado que recientemente se festejó en nuestro país el Día del Niño, me permito hacer la siguiente reflexión.
Pokémon Go es una aplicación gratuita desarrollada por Niantic en colaboración con Nintendo y The Pokémon Company. Es un juego que hace uso de la realidad aumentada (por medio de la cámara del dispositivo) y la geolocalización (por medio del GPS) para que los jugadores encuentren Pokémon en el mapa del mundo real y los puedan capturar en sus dispositivos. Comenzó como un videojuego, pero debido a su popularidad ha logrado expandirse a otros medios de entretenimiento como series de televisión, juegos de cartas, ropa, entre otros, convirtiéndose en una marca que es reconocida en el mercado mundial.
El objetivo de este juego es capturar a los Pokémon o criaturas que hasta la fecha alcanzan el número de 721. La posibilidad de intercambiarlos le hizo conseguir una popularidad que se plasmó en un éxito de ventas y la consiguiente aparición de una serie animada, películas y diversas mercancías tales como peluches, juguetes y cartas. El juego fue diseñado para los que poseen teléfonos móviles.
Se habla tanto de este pasatiempo que las nuevas generaciones de niños ya comenzaron a interesarse por él. Puesto que no es recomendable que un niño posea un teléfono hasta cierta edad, los infantes de las nuevas generaciones se adueñarán de los teléfonos móviles de sus padres, perdiendo todo interés por la práctica de deportes.
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Ahora que se están desarrollando las Olimpiadas de Río 2016, ¿no sería oportuno preguntarnos y actuar en consecuencia, si no será este juego el asesino en masa de los deportes en el mundo? ¿Acontecerá que es más importante el lucro desmedido de empresas multinacionales que la salud de nuestros niños?
Los asesinos en masa son aquellos que asesinan a un número elevado de víctimas de manera simultánea en un período corto de tiempo. El Pokémon podría, además, equipararse con los asesinos relámpago, que cometen múltiples asesinatos en un corto período y en lugares distintos, cuyas motivaciones se basan en la gratificación psicológica que les proporcionan dichos crímenes.
Puede que exagere con esta meditación, pero a juzgar por el comportamiento de los niños actuales, pienso que vale la pena realizar una colectiva deliberación.
Aníbal Reinaldo Pangrazio
