Precios de la canasta

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Empecé a delinear mis pensamientos, obligado por los titulares que resaltaban el viejo, gastado e insoluto tema, diciendo que los precios de la canasta se duplicaron al cierre del 1er. trimestre, pintando con énfasis que las frutas y las verduras aumentaron en un 40%; mientras en el otro, la economista Verónica Serafini, del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep), planteaba debatir sobre “la pobreza, vulnerabilidad y protección social”. Dejemos de embarullar con conferencias magistrales y debates sin resultado. Necesitamos acción y solución, mediante voluntad política de nuestros gobernantes.

Si yo fuera el ministro de Hacienda buscaría una fórmula económica paliativa, que con el tiempo podría convertirse en un sistema permanente. Para explicar mejor utilizaré como ejemplo un producto básico de nuestra alimentación, la carne: voy a presentar un proyecto de ley para reservar un porcentaje de la exportación para el consumo de los habitantes, y no solo dejar los cortes no exportables, voy a preocuparme de que mi pueblo coma de la calidad que se exporta; y los ganaderos y empresarios deberían sacar a relucir su responsabilidad compartida, social y humanitaria, en este rubro tan sensible y fundamental cual es la alimentación. Y no solo eso, sino que voy a hacer que se cumpla, con el permiso de la regla de la oferta y la demanda, y al amparo del ordenamiento jurídico internacional (derecho humano es la alimentación), la regulación y control de los precios sobre los productos básicos de alimentación (al precio de costo), compensando a los productores y empresarios en el momento de cumplir sus obligaciones fiscales, en un porcentaje similar al aplicado al precio de venta al consumidor.

El mismo procedimiento se puede utilizar en todos los productos básicos para la alimentación (verduras, hortalizas, frutas). También en otros rubros, en forma gradual. Por ejemplo, hay línea de crédito especial por su baja tasa de interés para la compra del primer inmueble. ¿Por qué no puede haber para el primer vehículo (motocicletas, automóviles utilitarios); la primera heladera, etc.? Todo se puede realizar con un sistema de control para identificar y clasificar a consumidores, productores y exportadores; fijar precios de venta, también porcentajes a ser aplicados. O sea encontrar mediante estudio, cuánto es el consumo en tal o cual rubro, relacionarlo con la producción nacional y cantidad de habitantes (clasificados por ingresos); y dejar de la exportación la cantidad necesaria para alimento del pueblo. En todo caso el sobreprecio que absorba el Estado.

En la importación se puede aplicar un sistema parecido, siempre respetando lo establecido como artículos de “primera necesidad”. Si hay voluntad se puede, la tecnología permite toda clase de control. Para quitarnos dinero con nuevos impuestos funciona el software, pero para organizar y otorgar algún beneficio para el pueblo “no se encuentra ningún programa”.

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Heraldo Rojas