Primero las ideas, después la Constitución

Este artículo tiene 9 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

Saber que se habla de modificar la Constitución Nacional solamente para introducir la figura de la reelección en la misma es algo que me asusta y me llena de preguntas. ¿Es realmente el pueblo quien solicita la posibilidad de reelegir a quienes ya estuvieron? ¿O son los que ya estuvieron los que solicitan la posibilidad de volver a estar?

Creo que el grueso del pueblo está más preocupado por otras cuestiones, como la de poder contar con el acceso a un servicio de salud más digno y eficiente. Como la de poder ir a la escuela, al colegio o a la universidad, sin estar pendientes de la posibilidad de que el techo se venga abajo en cualquier momento. Que sueñan con la posibilidad de poder trabajar libremente, sin tener que pasar por encima de sus principios, ideas y opiniones. Que pesen más sus títulos y capacidades, que sus afiliaciones.

Creo que el pueblo no está pendiente de dicha modificación, porque para poder responder a todas esas necesidades, no hace falta la reelección, sino al contrario, habría que prohibir que quienes demostraron carecer de la más mínima capacidad de brindarnos aquellos servicios tan básicos, tengan la posibilidad de reelegirse.

Pero no crean que estoy en contra de la modificación de la Constitución Nacional; estoy recontra a favor. Estoy a favor de que esta se modifique para restituir nuestros derechos, y garantizar nuestras libertades; para brindar más posibilidades a ocho millones, y no solamente a cuatro personas.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Estoy de acuerdo con que la Constitución se modifique para volver a convertir en ciudadanos comunes a quienes resultan electos para ocupar cargos públicos. Que ya no existan los fueros, ni las ventajas o los beneficios. Para que tengamos una Constitución que nos permita tener menos autoridades y más servidores públicos.

Quiero una Constitución que atente contra ciertas libertades; principalmente, con la libertad de robar y salirse con la suya. Quiero una Constitución que obligue, a todos aquellos que fueron electos a ocupar cargos públicos, a usufrutuar los mismos servicios que ellos ofrecen a la ciudadanía. Quiero formar fila en un hospital público, para quitar número a las 4:00 AM, al lado del Presidente de la República. Quiero ver su cara, cuando una enfermera le pase una lista de insumos que tiene que ir a comprar de la farmacia. O cuando le pida que busque una cama en Asunción, porque no tenemos una; y de paso una ambulancia para el traslado, porque no tenemos chofer, ni combustible.

Quiero poder viajar en el transporte público con diputados y senadores. Quiero escuchar a Francisco de Vargas diciendo que todo está bien, mientras espera que pase el ómnibus a 9:30 de la noche, en una parada sin luz.

Quiero ver a los hijos de los senadores, diputados, ministros, gobernadores, intendentes y concejales, acudiendo a instituciones públicas de educación. Que sientan el placer de sentarse en uno de esos pupitres, que disfruten de la adrenalina que genera no saber que sucederá con el techo, que prueben el exquisito sabor del almuerzo escolar, y puedan preguntarles a sus padres qué carajo hacen con el Fonacide.

Quiero que sientan la escasez, quiero la necesidad, quiero que sientan el miedo a la inseguridad; quiero que vivan en el país que tanto les gusta gobernar. Quiero una Constitución así, y ver si están dispuestos a someterse a los mismos servicios a los que ellos mismos someten a toda una nación.

Unión e igualdad; dice una canción.

Bruno Saldaña