De manera recurrente cuando se habla del soldado paraguayo se refieren como “soldadito/s”, no entiendo si es para menoscabar o lo hacen en forma peyorativa.
Para el caso da igual, pero quiero referirme al ciudadano paraguayo en armas o mejor al soldado, ese hombre común, sereno y pacífico, que labra la tierra, amante de sus hijos, su tierra y sus costumbres, que por azares de la política o afanes desmedidos de otras naciones o incluso dentro de nuestra sociedad, se volvió soldado, acudió al llamado de la patria y ese hombre afable, sencillo de manos callosas se volvió una fiera, ese hombre que no hesitó en romper trincheras, defensas y obstáculos, ese hombre qué sin temor afronto en dos guerras internacionales a enemigos superiores en medios, pero nunca igualados al valor y la moral del soldado paraguayo.
Esas mismas personas que cada fecha importante del calendario militar acuden a los actos, se despachan con termino peyorativos a los soldados que ya no están con nosotros y a los pocos sobrevivientes de la guerra del Chaco.
Ese a quien llaman soldadito, ese mismo, es a quien acuden cuando ven peligrados sus intereses, y apenas pueden, no se cansan de denostar en contra de aquellos que han dado y darán sus vidas en defensa de la Patria.
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Soldaditos encontrarán en las jugueterías; en los cuarteles, encontrarán soldados y no macana.
Los paraguayos somos reconocidos en todo el mundo por nuestra mansedumbre en la paz, pero feroces en la guerra y el combate.
Ese a quien llaman soldadito, es a quien recurren apenas venga un ventarrón o lluvias prolongadas.
Los paraguayos somos especialistas en destruir nuestras instituciones y tradiciones.
No hace mucho, con bombos y platillos lanzaron un libro en donde se deja traslucir que al Mariscal López, nuestro héroe máximo, mal que le pese a muchos, fue muerto por un soldado paraguayo. Es una vergüenza, nadie levantó la voz, ni los que hemos vestido el verde olivo, ni los activos.
En otros países buscan si algún personaje no se tropezó para encumbrarlo como héroe. Tenemos héroes para regalar, los 365 días del año quedan cortos para recordar a los que dieron sus vidas por la Patria.
En el Paraguay nunca hubo “soldaditos”. Tuvimos soldados y lo demostraron en el campo de batalla.
Es penoso aceptar, pero hoy día, a nuestros héroes los tenemos olvidados.
Se cumple aquello de “en tiempos de guerra, el hombre clama por dios y sus soldados. En tiempos de paz reniegan de dios y olvidan a sus soldados”.
Gilberto Visconte