Estoy pensando seriamente en mudarme de país, debido a que me siento perseguida, acosada y atormentada por los que solo me ven como un banco de beneficencia, que creen que tengo la obligación de trabajar para los demás. Desde hace tiempo se puso de moda hacer fundaciones: “Para ayudar a alguien”, no importa a quien. La cuestión es sacarle plata a los demás. Ahora se agregaron los que te ofrecen préstamos a sola firma, brotan como yuyos por todos lados recibimos ofertas y de todos los colores, sabores y gustos.
A más de problemático para quien recibe este ofrecimiento, es que te llaman e insisten y te hacen perder tiempo y no hay forma que entiendan, que uno o no puede o no quiere darles, pero ellos no escuchan, insisten e insisten hasta el cansancio. Lo malo es que pueden disponer de tu dinero, como si ellos fueran los que trabajan, se levantan temprano, van con lluvia, calor, frío al trabajo por vos.
Estoy cansada de tener que dejar de hacer algo productivo o de descanso para atenderlos y no quieren entender lo que se le dice, encima te dan y mandan todo tipo de bendiciones como si por ese lado les aflojaras plata.
Me hago la siguiente pregunta: ¿A quién tenemos que recurrir para que esto se termine?
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Me gustaría que dejen que seamos nosotros los que decidamos a quién, dónde y cuando queremos hacer las donaciones.
Lucía Vidal