De visita en un hogar con mascotas

Perros que saltan alrededor, gatos que se restriegan con las piernas o cobayas jugando en el sofá. Las escenas diarias que protagonizan las mascotas en casa pueden no resultar tan agradables para las visitas.

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Algunas personas tienen miedo de los animales, a otras simplemente no les gustan.

Lo más importante en estos casos es la comunicación, opina Birgitt Thiesmann, de la asociación protectora de animales alemana Vier Pfoten (cautro patas).

"Quien tenga miedo o no se sienta bien cerca de un animal debe hacérselo saber al anfitrión", propone. Podrá preguntar también por consejos sobre cómo comportarse ante él.

El anfitrión, además, podrá prepararse con antelación para esa situación y buscar una forma para mantener las distancias entre su mascota y el invitado en cuestión.

"Muchos perros, por ejemplo, reaccionan con gran energía cuando llegan visitas a casa, ladrando o saltando alrededor de esa persona", indica Thiesmann.

Quien sepa que a su invitado es una situación que le provoca miedo deberá encargarse de que el perro no se acerque a la puerta.

Antes de visitar a amigos con animales que nos dan miedo deberíamos prepararnos mentalmente para la situación, aconseja la terapeuta de comportamiento de animales Marion Granzow.

"Quien haya vivido ya en la mente esa situación lo tendrá más fácil cuando se encuentre con el animal", señala.

Hay que intentar estar tranquilo porque los animales notan cuando alguien tiene miedo. "Una respiración acelerada o movimientos rápidos generarán también inseguridad en los animales", explica.

Si el animal busca el contacto durante la visita, Granzow aconseja ignorarlo. "Los perros, sobre todo, pierden rápido el interés cuando no se les presta atención", señala.

Si el perro salta sobre nosotros, es mejor entonces que nos demos la vuelta. La mayoría de los perros dejan entonces de hacerlo. También es importante no mirar al perro.

También en el caso de los gatos se debe evitar en estos casos el contacto visual porque este podría generar agresividad en ellos.

Los gatos, sin embargo, no pierden el interés tan rápido como los perros cuando se les ignora. "Los gatos vienen, se frotan con las piernas o se sientan sobre el regazo", explica.

Animales más pequeños como pájaros, conejos o roedores son también difíciles de mantener lejos. Es por lo tanto tarea del anfitrión ocuparse de que no se acerquen a las visitas.

Es importante tener tacto cuando se dice al anfitrión que uno no está tranquilo si el animal está cerca, indica Agnes Jarosch, entrenadora de perros.

"Para muchas personas, sus animales son miembros de la familia y se puede herir su sensibilidad", comenta. Hay por tanto que ejercer todo un arte para expresar que la presencia del animal no es grata sin generar malestar.

"Para quien tenga una razón objetiva como la alergia será mucho más fácil pedir al anfitrión que el animal no esté en la sala", añade Jarosch. Cuando no hay un argumento racional, lo más fácil es pedir abiertamente que se tenga comprensión.

No obstante, es importante no poner condiciones o plantear exigencias, aconseja Jarosch. "Generalmente es el anfitrión el que sienta las reglas del juego en su casa", dice.

El bienestar del invitado debería ser no obstante tan importante como el del animal. Por eso es aconsejable ser sincero.

A quien le dé asco que el gato camine por la encimera mientras se está cocinando debe mandar el mensaje, pero dejando claro que no es una crítica al anfitrión.

A quien no le guste que el perro le ponga el hocico en el regazo o le lama la mano debe dejar claro que no está criticando al animal, sino que se trata una sensación personal. También se puede proponer un lugar alternativo para el encuentro.

En cualquier caso, la clave del asunto estará en que las dos partes sean tolerantes, opina Thiesmann.

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