Gatos mayores: Nikolai, llegar a los 17

Cuando llega una mascota a la casa, la vida cambia; jugaremos y la veremos crecer, aunque no siempre tomamos los cuidados necesarios para que lleguen hasta edades avanzadas. Nikolai lo logró y cumplió 17 años.

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Hoy en día estamos aprendiendo a mejorar nuestra cultura respecto al trato que les damos a perros y gatos principalmente. Por eso, como parte de esta concienciación contamos la vida de Nikolai. Marina Recalde (docente, jubilada, 73 años) comentó casualmente en una charla sobre gatos que tenía uno de 17 años. Sin dudas llama la atención, 17 años es todo un récord para un siamés que sobrevivió no solo a los años sino también al robo. “No sé qué pueden sacar otros de la historia de Niko, pero para mí es un compañero”, dice su orgullosa dueña.

Niko llegó siendo muy pequeño a la casa de Marina, su hija se lo trajo con un frasco de medicina porque estaba enfermito. “Lo cuidé como a un bebé, tenía diarrea; con mucha paciencia cuando él se inquietaba lo guiaba hasta la bandeja de piedritas y luego lo volvía a mi lado. Fue un gran logro que sanara”. Y así Niko empezó la vida de hogar. Marina no quiere reconocer que es de ella, dice que toda la familia lo mima y pondera, siempre fue muy manso, amigable.

Sutil como todo felino, este gatito deja en claro que él es un aristócrata o definitivamente el rey de la casa. Tuvo que compartir la vida con otros gatos “de menor abolengo”, pero siempre con espíritu bondadoso y solidario. “Antes tenía una gata, Negrita, ella le tenía celos, pero era viva, no lo agredía cuando estábamos nosotros sino a escondidas; el pobrecito pegaba cada grito de terror y cuando íbamos a ver Negrita ya se estaba escapando”, cuenta entre risas. Niko supo convivir en la diversidad, en el patio solía encontrarse al perro de la casa, se defendía de él quedándose quieto como una esfinge. “En realidad siempre se sintió mejor adentro que afuera, solo salía a hacer sus necesidades y volvía enseguida. Una vez meó en una almohadita blanca y lo reté, algo que no le gustó nada, quedó muy resentido. Casi siempre usó la bandeja con piedritas y pide dando vueltas y maullando cuando quiere que se limpie la bandeja”.

La higiene fue y es fundamental, en otros años su baño era toda una ceremonia: agua tibia, champú especial antipulgas, secado con toalla y luego con secador de pelo. “No le gustaba mucho el agua, pero se resignaba. Hoy solo cepillo, él se acicala con frecuencia y se lo ve limpio”. Respecto a su salud, solo una vez se puso mal, “la veterinaria dijo que eran los riñones, una semana de estudios, internado con suero. Nos mandaron cambiarle la comida. No fue fácil, no aceptaba (por terco), lo curamos con vacunas. Con la edad, bajó un poco de peso, tiene problemas de estómago y gingivitis, le cuesta comer, por eso le damos con jeringa un té de boldo y manzanilla, le hace bien pero es un drama darle, solo una de mis nietas tiene el arte de lograrlo. Normalmente es exquisito para comer, buen balanceado, atún al agua, algo de pollo y tilapia hervida. Vamos seguido a la veterinaria, ahí le ponen inyecciones, antinflamatorios, protector hepático y para evitar los vómitos. Le hace bien, le dura 20 a 30 días y repetimos”.

¿Pensaste que iba a vivir tantos años?

La verdad que no, nunca. La referencia es mi primera nieta, Julieta (20), era chiquita cuando él llegó. Su historia para mí es la del Gato con botas, comenzó muy pobrecito y acabó viviendo en un palacio (mi casa, mi cama, los mimos, comida y techo asegurados).

¿Cómo es un día normal de tu gato?

El es de sangre azul. A las 6:00 va al comedor y maúlla, pide comer, se queda en la silla, se le mima, quiere upa mientras tomamos mate, desayunamos. Después duerme. Come cada dos horas, ahora toma mucha agua (tiene su vaso que le lavo con frecuencia) y hace mucho pipí. Le cambio su bandeja día de por medio.

¿No varió su carácter?

Siempre fue juguetón, muy fino, exageradamente cariñoso. Sigue ágil, solo que más pegote a mí; si no estoy, se queja maullando y se queda en la silla mirando la puerta hasta que llegue. Lo saludo y viene corriendo, reprochándome, lo alzo y le pongo su comida.

Está castrado, obviamente

Sí, antes del año lo castramos.

Antes vivías en una casa con patio, ¿cómo lograste que se adapte tan bien al departamento?

Por suerte, pasó por una sola mudanza. Le costó, al principio lloraba, lo puse en mi cuarto, su bandeja, su comida, le mimaba y en poco más de una semana ya le puse su bandeja en el lavadero y aceptó. Ahora subimos con él en el ascensor, vamos a la terraza y curiosea, se pasea tranquilo.

¿Qué miedos tenías por él?

En casa lo cuidamos siempre del robo porque mucha gente nos contó su mala experiencia. Y ahora el temor que tenemos es que se enferme y sufra, sería muy duro pedir que lo duerman.

Para Marina, su esposo (Hugo Oddone, quien colecciona todo el material que sale en los diarios sobre gatos), sus hijos y nietos, Niko es un miembro más de cohesión. Todos se interesan por él, porque esté bien, “no quieren que le ponga reglas muy estrictas, suelo cerrar la puerta de mi cuarto y él quiere entrar, se planta enfrente y pide, a veces le abren; yo le digo que no quiero que vomite en la cama o la alfombra y creo que entiende, porque ahora si entra en mi ausencia, se duerme en el sillón o en la mesa de luz”. Comentamos que hay gatos que pueden llegar a los 25 años, “Uy… todos queremos a Niko, pero que viva en buenas condiciones. Hablamos del tema, hacemos bromas por su edad, le decimos ‘viejito’ cariñosamente y frases de aliento todos los días”.

¿Se puede decir que uno aprende de su mascota?

¡Ufff, mucho! Yo aprendí de su paciencia, educación, tolerancia cuando los nietos le apachurran con caricias. Nunca lastimó a nadie, lo máximo que hace es escapar y esconderse de los chicos, les repito que él ya está viejito para algunos juegos. Tiene una mirada tan dulce que enternece a todos.

Dicen que los gatos tienen poderes…

Es muy intuitivo, cuando me siento cansada o bajoneada se me pega y me da golpecitos con la cabeza o me quiere lamer la cara (no me gusta, aunque sé que es su modo de expresar afecto, le pido disculpas y le retiro), entonces se abraza a mis pies como un bebé. También le retribuyo el afecto, todas las noches le hago masajes y algo de reiki (hice un cursito) y creo que funciona, porque le gusta y le da energía. También reclama cuando estoy en la compu, le grito “¡¡¡esperá!!!”, espera un rato y si no voy, insiste. Realmente es muy compañero.

¿Recordás alguna frase gatuna?

Me gusta una que escuché, en la que el gato dice: “Yo soy tu rey y tú eres mi vasallo”. Niko tiene una altura, una dignidad que envidiaría cualquier paraguayo de hoy.

Cuando un amigo se va, ¿queda espacio para otro?

No, no. “Cuando un amigo se va/ queda un espacio vacío/ que no lo puede llenar/ la llegada de otro amigo”. Una nieta me dijo: “No te preocupes, nonna, te vamos a comprar otro igual. Pero no sería igual, Niko fue un regalo de mi hija y de la vida, estoy muy agradecida.

¿Qué pensás de los que critican la crianza amorosa de las mascotas?

Que es gente que se pone celosa.

¿Querés decir algo más en nombre de Niko?

Sí, dar las gracias por la entrevista. ¡Quién diría que en la familia, donde todos somos profesionales, ¡el famoso iba a ser Niko! ¡Me encanta!

 

lperalta@abc.com.py

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