Plantas pueden ser peligrosas para las mascotas

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Cuando hay animales de compañía y plantas bajo el mismo techo, la precaución se hace obligada. Suena por ejemplo el timbre de la puerta, el perro corre hacia ella, golpea el embellecedor y se le cae encima, haciéndole daño.

 

Los gatos, por su parte, son dados a mordisquear plantas. Si lo hacen con una dieffenbachia, su vida puede correr peligro.

No es necesario sin embargo prescindir de plantas cuando en casa hay animales, pero si lo es tomar determinadas precauciones.

"He buscado plantas de interior que no sean problemáticas para ningún animal pero no las he encontrado", dice Brigitte Goss, experta en tecnología hortícola.

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"Partimos de que todas las plantas que son venenosas para las personas lo son también para mamíferos como perros, gatos o cobayas", indica.

Además, las mascotas son mucho más sensibles que las personas y hay cosas que, pese a ser inocuas para las personas, son peligrosas para los animales.

"Junto a la dieffenbachia, son también venenosos el ciclamen, el amaryllis, la corona de Cristo, el anthurium o planta flamenco, la azalea, la cala, la erythrina, la violeta africana y la flor de Pascua, pero también la yuca", enumera Astrid Behr, de la Asociación Alemana de Veterinarios en Ejercicio.

A estas plantas se unen también el ficus y los filondendros -entre los que están los conocidos potos-.

Al contrario que los animales salvajes, los de compañía no poseen el instinto que les permite reconocer las plantas venenosas y evitarlas. Y su curiosidad les hace caer muchas veces en su trampa. "A los gatos les encanta mordisquear plantas y tallos", dice la veterinaria Behr.

Sobre los efectos de las plantas sobre las mascotas se conoce poco. "Cada especie animal reacciona de forma distinta: el metabolismo y el peso son distintos y juegan un papel decisivo cuando se trata de envenenamientos", explica por su parte Goss.

En cuanto un animal muestre señales de intoxicación hay que llevarlo al veterinario rápidamente. "Los signos más frecuentes son vómitos, diarrea, calambres, alteraciones en el pulso y disminución de la presión arterial", explica Behr.

"No obstante puede ocurrir también que los síntomas inmediatos no sean reconocibles. Entonces se potenciará el efecto del veneno en el cuerpo del animal", indica.

En el caso de algunas plantas, solo rozarlas puede ser ya peligroso. El jugo de la euphorbiaceae, por ejemplo, puede provocar irritaciones en mucosas y ojos.

Los cactus y la corona de Cristo son, por su parte, peligrosos para los pájaros que vuelan libres en casa. Se debería prescindir de los que tienen más espinas y de los más venenosos.

El riesgo en los pájaros se puede reducir dejándolos volar en habitaciones sin plantas. Eso también puede funcionar con las cobayas y otros animales pequeños. Pero en el caso de perros y gatos, apenas hay opción de dejar las plantas fuera de su alcance.

"La educación ayuda en estos casos: se les debe enseñar pronto dónde tienen prohibido acceder", dice Brigitte Nolte, de la Asociación de Amigos de los Gatos en Alemania. "En caso de necesidad, funciona con ellos una pistola de agua".

Esa educación servirá también para preservar la vida de las plantas, ya que no todas aguantan los embates de las mascotas en el alfeizar. "A los gatos, por ejemplo, les encanta sentarse allí. Por eso deberíamos dejarles un lugar vacío para ellos solos", aconseja Nolte.

Luego está la cuestión de los accidentes con las macetas. Encontrar el mejor material es difícil.

Un recipiente de plástico no se rompe tan fácilmente como uno de cerámica ni deja restos peligrosos sobre el suelo, pero al ser más ligero es más fácil que se caiga, golpeando al animal, vertiendo tierra que puede hacerle daño y exponiendo la peligrosa planta ante la mascota. Hay por ello que valorar todos los factores.