"Mientras el jardín no esté formado exclusivamente por rosas, las espinas no serán un problema", explica Marius Tünte, de la Asociación de Protección Animal alemana en Bonn.
"No se deben dejar tirados en él trozos de ramas podadas, ya que estas se pegan al pelo de la mascota o pueden herirle los pies", añade.
En el caso de los perros, además, hay que asegurarse de que el jardín está bien vallado y no pueden escaparse de él.
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Mientras los gatos se alejan de casa en sus paseos, para los perros el jardín es una opción práctica.
"Sobre todo cuando se puede mandar al can al jardín a hacer sus necesidades y no hay que salir con él a dar una vuelta para ello", dice Udo Kopernik, de la Asociación Canina Alemana en Dortmund.
Esto tiene ventajas, por ejemplo, cuando el fin de semana uno quiere quedarse más tiempo durmiendo en la cama.
"No obstante, el jardín no debe ser nunca sustituto de los paseos", añade el experto. Los animales necesitan salir, moverse y distraerse.
Además, utilizar el jardín para que el perro haga sus necesidades tiene sus riesgos.
"Hay que retirar las heces lo antes posible, no solo por razones estéticas", señala Astrid Behr, de la Asociación Alemana de Veterinarios en Ejercicio en Fráncfort. Y es que, si un perro tienen lombrices, puede volver a infectarse con las heces que han quedado anteriormente en el jardín.
"También las personas, sobre todo los niños, pueden hacerlo", añade. Lo mismo ocurre con las heces de los gatos.
Hay que ser especialmente cuidadoso con las plantas y el abono, ya que pueden ser muy peligrosos para los animales. Lo más aconsejable es informarse primero en el veterinario o en asociaciones de qué plantas resultan venenosas para la mascota.
Existen listas de plantas venenosas para gatos y perros. Si la mascota llega a envenenarse, hay que buscar inmediatamente un veterinario de urgencias.
"Ocurre pocas veces que un gato que sale de casa muerda plantas que son venenosas", dice Astrid Behr. "En el caso de los perros, no obstante, es más frecuente", señala Kopernik por su parte.
El dueño debe por ello cuidar de tener en el jardín solo plantas que sean inofensivas. Al perro no le pasa nada por comer plantas de bayas, por ejemplo, que también pueden ser disfrutadas por las personas.
En el caso de los abonos, hay que elegir los que no contienen químicos. "Es mejor buscar los que específicamente dicen que no son venenosos para animales, también en el caso de los pesticidas", apunta Behr. Porque si los animales comen o chupan las plantas, estarán ingiriéndolos.
Quien tenga un perro tendrá seguramente que enfrentarse a su deseo de escarbar, lo que puede ocurrir en el bancal favorito.
"Escarbar no es un juego para los perros, sino que tiene una explicación", indica Kopernik. En parte se debe a que esconden comida o huesos como reserva, en parte también porque tumbándose en el agujero están más frescos en los días de calor del verano.
"Algunos perros como el terrier o el dackel tienen además un instinto cazador que les lleva a hacerlo cuando huelen a un ratón", añade Kopernik.
No obstante, se puede enseñar a los perros a que una parte del jardín sea tabú para ellos. "Con una educación consecuente aprenderán, por ejemplo, dónde tienen que hacer sus necesidades y dónde no", señala.
Esto vale también para los animales jóvenes. "Muchos no solo consecuentes con ellos porque los cachorros son muy dulces. Pero si no se les enseña desde pequeños, cada vez será más difícil que aprendan", indica.
Y los perros también son capaces de aprender en qué bancal no deben escarbar. "También en este caso hay que ser consecuentes e incluso se puede lograr que, también cuando no hay nadie supervisándolos, no se pongan a escarbar en ese lugar", explica.
Los perros, como vigilantes del territorio que son, vigilan también su jardín. "No obstante, los dueños pueden enseñarles que no deben ladrar ante cada movimiento del vecino o ante cada ruido en la calle", dice Kopernik. Pero, una vez más, hay que enseñarles desde pequeños a ello.
