Brasil, una copa inolvidable

“Nuestro mayor gol es hacer una Copa inolvidable”, dicen los brasileños mientras miran con indisimulada soberbia hacia el mundial 2014. De norte a sur el turismo promete hacer su mayor campeonato con un derroche de placeres para los sentidos.

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A mi amiga Ursula, carioca de pura cepa, le gusta decir que su ciudad –Río de Janeiro- durmió la noche del 30 de Junio como “cidade maravilhosa, dueña de encantos mil” y que se despertó la mañana del 1º de Julio transformada en la primera ciudad convertida en patrimonio universal de la humanidad por la UNESCO.

Es apenas uno de los preparativos que hacen nuestros controvertidos vecinos cuyas playas disfrutamos mientras nos disputamos Itaipú. Suman a sus preparativos no menos pocos orgullos, entre ellos, haber conseguido que el Cristo del Corcovado, con sus 31 metros de altura y 8 de plataformas, sea considerado una de las nuevas maravillas del mundo moderno.

En turnos de tres jornadas los obreros trabajan incansablemente sobre el estadio Maracaná. Lo han demolido casi por completo. O lo están reconstruyendo casi en su totalidad, que da igual, los brasileños saben que han ganado cinco copas mundiales…pero ninguna de ellas en su propia casa. Silban bajito mientras en el horizonte de las utopías sueñan con consagrar la “verde-amarelha” en casa.

Si Brasil es el país del fútbol, Rio de Janeiro es su capital, dicen los cariocas. Quienes no opinan igual son los habitantes de algunos de los otros 26 estados que disputarán también partidos del Mundial.

Recife, hogar del famoso obispo Helder Cámara, tierra de famosos cantantes brasileños, es otro de los que no duerme en sus preparativos. Quienes logren llegar hasta el nordeste brasileño asistirán al exhibicionismo de una naturaleza rebelde, exótica, caprichosa y bella sin dejar de pasar por la historia del Brasil colonial, el que conoció de esclavos, diversidad religiosa y cultural.

Los famosos muñecos gigantes que desfilan en los carnavales nordestinos también preparan sus atavíos para convertirse en algo más que mudos pasistas durante tres días. La gastronomía revolotea en ambientes que van desde los botecos hasta los grandes restós cinco estrellas donde la feijoada del nordeste pelea por un lugar con raros platillos gourmet.

Y si de escapada se trata, hay un sitio donde Adán y Eva pecaron. Y seguro que después de hacerlo decidieron que se podía vivir un resto de vida expulsado tras bucear en sus aguas.

El archipiélago Fernando Noronha no será sede de ningún partido. Pero está a solo 500 kilómetros -50 minutos en vuelo- desde Recife donde sí se jugará el Mundial. Para quien ya haga el esfuerzo de llegar hasta el nordeste, que no titubee un instante en sacar boleto para el edén.

Aguas color esmeralda, finas arenas blancas, tortugas marinas en extinción, delfines rotadores que nadan con la gente, la comida más deliciosa del mundo en una mezcla increíble de sabores marinos y los paisajes apocalípticos (apocalípticos porque no importa si viene el apocalipsis tras disfrutarlos). Una soberbia mezcla que combina apacibles paisajes ecosustentados donde todo está bajo el control de expertos en ecología.

Tres vuelos diarios entran y salen de la isla, pero jamás sobrepasarán los 60.000 turistas. La isla se autopreserva y con cuidado se muestra sin develarse del todo. Saben que el más mínimo desequilibrio tiene un costo ambiental, saben que hasta tirar la basura lleva dos días a bordo de un barco que zarpa de la isla hasta el continente.

Este especial es fruto de un recorrido de ABC Color a invitación de Embratur que nos llevó por Río de Janeiro, Recife y el archipiélago Fernando de Noronha. Fotografías y videos tomadas con ojos de amateur y con alma de apasionado, para que armen con tiempo la hoja de ruta para el 2014… o para este fin de año.

Que lo disfruten.

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