Carreras de búfalos levantan pasiones y críticas en Tailandia

CHONBURI. Azuzados por ágiles “jinetes”, bóvidos de aspecto imponente salen disparados en las carreras de búfalos en Tailandia, una longeva tradición que levanta pasiones y también críticas entre los defensores de los animales.

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Descalzos y sin montura, los yóqueis atizan con sus fustas de bambú y esparto el lomo de los animales de hasta una tonelada de peso en la pista de tierra embarrada en Chonburi, una ciudad en el suroeste del país donde hoy se celebró esta peculiar competición.

Cientos de personas animan desde las gradas, mientras que algunos hacen apuestas durante la galopada de cien metros de esta cita, que se festeja hacia el final de la época de las lluvias y este año cumple su 147 edición.

“Es un poco peligroso, pero a mí me gusta mucho y no tengo miedo”, señala a Efe Wathanyu Chamsri, un jinete de 20 años antes de empezar las agotadoras carreras con cinco categorías según la edad y el peso de los búfalos.

Chamsri, que empezó a participar en esta competición a los 12 años, afirma que a veces se lesionan en las piernas al caerse de los animales, pero nunca ha visto un accidente grave.

Unos 300 búfalos de cuernos curvados participan en las carreras, que se celebran durante la feria de Chonburi junto con concursos de belleza bovinos y otras actividades de ocio.

Las autoridades solo pagan el desplazamiento y la comida a los jinetes, aunque también se pueden embolsar parte de los entre 3.000 bat (91 dólares o 79 euro) y 5.000 bat (152 dólares o 132 euros) en premios en cada carrera de las muchas que hay durante la jornada.

Aunque se leen críticas negativas en redes sociales, una mayoría de los tailandeses parece apoyar las competiciones de búfalos. “ De vez en cuando no pasa nada.

Es una forma de que el búfalo haga ejercicio y se ponga fuerte”, opina un internauta tailandés en Facebook.

La ONG Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, siglas en inglés) ) califica sin embargo estas carreras de maltrato animal y pide al Gobierno tailandés que las prohíba.

“La tortura animal es inherente a las carreras de búfalos”, asevera en un comunicado Jason Baker, vicepresidente de Campañas Internacionales de PETA.

Baker sostiene que ninguna “tradición” justifica el maltrato animal e indica que los turistas cada vez justifican menos actividades que vejan a los animales.

Una denuncia de PETA logró que la cadena de hoteles Minor anunciara recientemente que cancela las competiciones de polo sobre elefantes que celebraba todos los años en Tailandia.

Tradicionalmente, los búfalos de agua (Bubalus bubalis) tiraban de los arados en los arrozales tailandeses, pero la mecanización casi los ha desplazado por completo de las labores agrarias.

Al final del “Vassa”, los tres meses del monzón en los que los monjes permanecen en sus templos, los agricultores organizaban las carreras como homenaje a los búfalos por su trabajo y para pedir un año de buenas cosechas.

Ahora, muchos de los búfalos son criados exclusivamente para las competiciones.

Tidi Rasamee, un agricultor de 49 años, reconoce que los bóvidos tienen que entrenar duramente desde jóvenes para las carreras, pero también que viven mejor que cuando araban los campos.

“Yo los alimento con heno, arroz de buena calidad, huevos y hasta pescado”, dice el curtido agricultor mientras sostiene con una cuerda a sus especímenes para la competición: Cielo (un búfalo macho de 300 kilos) y Toro (una hembra de 250 kilos).

“Tienen que entrenar muy duro, hay que azotarles para que corran”, admite también.

Las carreras de búfalos, con jinetes o arrastrando arados, existen en otros países como Filipinas, Camboya, Malasia e India, mientras que las peleas en las que salen al ruedo dos bóvidos tienen lugar en la isla tailandesa de Samui o en Vietnam.

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