Una taiwanesa comparte piso con cuatro cerdos de compañía

TAICHUNG. La taiwanesa Jenny Tsai, de 43 años, comparte apartamento con una mujer y cuatro cerdos de compañía muy mimados que viven como reyes en el cuarto más grande.

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Esta diseñadora de páginas web cuenta que sus cerdos son tan inteligentes que saben abrir un frigorífico. Tuvo que colocar una cuerda para impedirles acceder a las viandas.

“Los cerdos son muy cariñosos”, añade la habitante de Taichung, en la costa occidental de la isla. “Cuando estoy enferma se quedan a mi lado. Pero si es fingido, ellos lo saben y siembran el caos”.

El calendario lunisolar chino se rige por un ciclo de 12 años, cada uno de ellos simbolizados por un animal asociado a los cinco elementos, lo que crea un sistema de combinaciones que se repite cada 60 años.

El nuevo comenzará el martes, cuando el “perro de tierra” ceda paso al “cerdo de tierra”.

El cerdo es muy importante en la cultura china, sobre todo en lo que a gastronomía se refiere.

Uno de los tesoros de Taiwán es la famosa “piedra con forma de carne”, un trozo de jaspe tallado con aspecto de pedazo de cerdo expuesto en el museo nacional del palacio de Taipei.

Tsai comenzó a ocuparse de cerdos de compañía hace 12 años cuando su familia le regaló “Pequeño Du”, un cochinillo convertido en un puerco de 65 kilos.

“Cuando la puerca de nuestro vecino parió, yo iba todos los días a ver a los lechones. Entonces mi padre y mi hermano me compraron uno”, explica a la AFP.

Con el tiempo adoptó a otros seis que habían sido abandonados o que le regalaron, pero tres han muerto.

Los cuatro que le quedan viven en la habitación más grande de este pequeño apartamento de la novena planta de un edificio. Ella y su compañera de piso viven en cuartos minúsculos.

Cada animal tiene manta propia, ropa, un cuenco y una correa para los paseos.

La temática de los cerdos también inspira toda la decoración del apartamento. Están omnipresentes en objetos, cojines, cuadros, tazas o utensilios.

Tener un cerdo de compañía da bastante trabajo. Tsai se ocupó en una ocasión de un cochinillo de cinco días que necesitaba un biberón cada cuatro horas y de un cerdo discapacitado que encontró en un vertedero al que tenía que transportar en carretilla.

“Los cerdos son difíciles de criar, pueden destrozarlo todo, muerden y comen mucho”.

A diferencia de los gatos y de los perros, no hay hoteles para ellos, de modo que “los propietarios no pueden viajar lejos y tienen que hacer muchos sacrificios”.

Pese a estos obstáculos, ella no se arrepiente. Sus animales aportan mucha alegría a su vida, dice. Ahora tiene miedo de que el año del cerdo dispare el número de abandonos de estos animales.

Tsai colabora con dos páginas Facebook sobre el tema de los cerdos domésticos con unos 2.000 seguidores interesados en la forma de ocuparse de ellos.

“Espero que las personas entiendan que no son fáciles de mantener. Que se informen y que hablen con la gente con experiencia en los cerdos de compañía y se que se aseguren de que tienen bastante tiempo y espacio para acoger a uno”.

Con frecuencia ella acoge a cerdos abandonados para los que no encuentra familia de acogido. “Nadie quiere un cerdo adulto y cuando lo quieren quizá sea por un motivo oculto: matarlo para comérselo”.

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