La vida de Belén María del Mar Caballero está llena de oportunidades: cuando tenía meses, estuvo muy enferma, pero luego de luchar por su vida durante meses, tuvo la oportunidad de vivir. Fue abandonada en un basural, pero fue rescatada y tuvo la oportunidad de tener una familia. Y ahora, después de tantos años, conoció a su familia biológica y tuvo la oportunidad de conocer su pasado, conocer las respuestas a todas sus dudas y cerrar su historia.
El 31 de octubre pasado, fue la fecha elegida por la joven para dar finalmente el paso que meditó durante dos años. Lo hizo sola y desde las 08:00 a las 19:00 de ese día se reencontró con su madre, conoció a sus hermanos y primos. y también conoció a su padre, quien vive en la zona.
La madre lloró mucho al verla y si bien hablaron de varias cosas, el pasado quedó donde está.
“Ellos no me dijeron nada sobre lo que pasó y yo tampoco pregunté porque yo me fui con un objetivo: conocer el ambiente, perdonar, sanarme y también que ellos sanen, porque ellos son seres humanos, tienen sentimientos, tal vez no van a expresar, pero en el fondo erramos, y si erramos, nos equivocamos, eso está ahí presente. De mi parte, mi intención es que ellos tengan paz”, explicó.
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Abandono y rescate
Pero para hablar de Belén, también tenemos que hablar del periodista Sever del Puerto. En marzo de 1999, Sever –entonces periodista de radio Cáritas– fue enviado a realizar la cobertura del hallazgo de una bebé, en el vertedero Cateura.
Al verse frente a frente con la criatura, el periodista quedó impactado con el estado deplorable en que se encontraba –llena de heridas, quemaduras, con un bracito roto y avanzado grado de desnutrición– y a sabiendas que llevaba días así, sin nadie que le auxiliara, comprendió que aquello de informar podía esperar y que la misión que tenía en ese momento era otra, mucho más urgente.
Sever llevó a la criatura de inmediato al Hospital Barrio Obrero, donde se tuvo que responsabilizar de la misma y firmar unos documentos para que la atendieran.
Con un pronóstico inicial reservado dado la gravedad de su estado de salud, luego de dos meses de internación la niña salió del alta.
Pese a la predisposición de Sever y su esposa, la docente Alicia Ortiz González de hacerse cargo de la criatura, la burocracia hizo que la enviaran a un hogar de abrigo del Centro de Adopciones, donde permaneció mientras las autoridades debían realizar la búsqueda de la familia de la niña. Asimismo, le indicaron que debía postularse a ingresar a una lista de espera para ser padres adoptivos, si tenían intenciones de adoptar.
Sever movió cielo y tierra para lograr la guarda, la que consiguió luego de ocho meses, llevando así a su casa a la niña. La burocracia impidió que la pudiera adoptar, pero no que ocupara un lugar en familia.
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