La agencia de Naciones Unidas para la infancia publicó, con motivo del Día Mundial del Agua, un informe internacional en el que vaticina que casi 600 millones de niños, uno de cada cuatro en todo el mundo, vivirá en 2040 en zonas con recursos de agua “extremadamente limitados”.
La situación en Paraguay “no va a ser muy diferente”, debido a que la gran disponibilidad de agua del país, con 63.000 metros cúbicos de agua disponibles por persona y año, no garantiza que se trate de agua segura, ni que toda la población acceda a ella, explicó este miércoles a Efe la representante de Unicef en Paraguay, Regina Castillo.
“Tener una mayor disponibilidad de agua no implica que los niños y niñas van a tener acceso a agua segura. Es necesario proteger las fuentes de agua, y también invertir para que llegue a las casas, construir sistemas de alcantarillado y drenaje de agua, y someter el agua segura a un monitoreo constante”, explicó Castillo.
La representante de Unicef detalló que en Paraguay muchas personas siguen consumiendo agua de pozos, arroyos y ríos porque no tienen otra forma de abastecerse, pero esta práctica tiene consecuencias negativas para su salud.
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Los niños y niñas se ven especialmente afectados por el consumo de agua no segura, que provoca cuadros de diarrea que pueden ser graves en menores de cinco años.
“Cuando los niños tienen estos cuadros diarreicos, su peso disminuye y los nutrientes que han ingerido se desvanecen. Si el niño elimina todo lo que come, eso tendrá incidencia en su desarrollo cerebral y físico. La ingesta de nutrientes tiene una importancia crucial durante los primeros 1.000 días de vida del niño, que es cuando se desarrolla el 70% de su cerebro”, expuso.
Por ello, Unicef recomienda incrementar la lactancia materna exclusiva al menos hasta los seis meses de vida como una manera de aportar nutrientes y mantener hidratado al bebé, evitando exponerlo a agua no segura en Paraguay, el país con menor índice de lactancia materna en la región, donde solo el 12,5% de las madres amamanta.
Para los niños que ya no son lactantes, y que ya están escolarizados, Unicef trabaja en la instalación de sistemas de agua y saneamiento en escuelas de los Bañados, las zonas ribereñas de Asunción, que concentran a población en situación de pobreza que padece la falta de acceso a servicios básicos.
Castillo recordó que los Bañados son “zonas inundables, donde el agua potable está en riesgo”, y en muchas escuelas de la zona “no había agua corriente, y debían recolectar agua del río, o los niños tenían que traer el agua de sus casas”.
Paraguay enfrenta además sequías en el área del Chaco, donde la escasez de agua se agrava en los períodos secos, que son cada vez más prolongados como consecuencia del cambio climático, según la representante de Unicef.
En el Chaco, esta agencia de Naciones Unidas también opera en las escuelas, donde, a través de canaletas ubicadas en los techos de los edificios, se puede recolectar el agua de lluvia y trasladarla a unos aljibes donde se almacena y se filtra para su uso.
Además de los factores climáticos, Castillo señaló que el incremento de la población urbana en el país, donde 2,5 millones del total de 6,7 millones de habitantes viven en Asunción y su área metropolitana, hace crecer la demanda de agua potable, y deja en evidencia la falta de saneamiento y tratamiento de aguas residuales.
La representante de Unicef abogó por una mayor inversión en infraestructuras para el alcantarillado y la distribución de agua, que favorezcan el acceso al agua segura, “porque es un derecho”.
A día de hoy, 663 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso adecuado a fuentes de agua, y más de 800 niños de menos de 5 años mueren cada día por diarreas vinculadas a agua contaminada y falta de saneamiento y de higiene, según el informe de Unicef.
