Los nativos viven en unas 5 comunidades y sobreviven gracias a las changas ocasionales que realizan.
El sacerdote salesiano Armindo Barrios, conocedor de la vida de estas personas, dijo que necesitan mayor atención en temas como salud, educación, viviendas y fuentes de trabajo.
Una gran mayoría se dedica a la busca de carnadas que luego las venden a los turistas durante los 9 meses de temporada de pesca. Otro grupo pequeño se dedica a la agricultura familiar, en medio de varias necesidades. Sin embargo la mayor actividad sigue siendo la caza y la pesca.
El pueblo Ayoreo está compuesto por diferentes clanes, entre los cuales se encuentran los totobiegosode, que significa originarios del lugar.
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El 3 de marzo del 2004 un grupo de Ayoreos silvícolas se encontraron con sus parientes totobiegosode. Se trataba de una familia extensa de 17 personas que decidieron permanecer en sus tierras ancestrales viviendo en los montes chaqueños.
El antiguo territorio de los Ayoreos abarcaba una superficie de casi 3 millones de hectáreas y en las últimas décadas este territorio se ha reducido considerablemente, debido sobre todo al enorme crecimiento de la ganadería y a la escasa voluntad política y económica de los gobiernos de turno.
Los Ayoreos son uno de los últimos grupos a nivel mundial que viven en está condición y constituyen un patrimonio invalorable de la humanidad.
Con el objetivo de preservar sus tradiciones, entre los días lunes y martes se están realizando competencias de arcos y flechas en la comunidad de Isla Alta en la zona de Carmelo Peralta, dijo finalmente el sacerdote.